Ellos ya lo saben

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Narra Maya

Trataba de seguir el paso de Eros mientras caminaba, él no parecía cansarse, su paso seguía firme y no quería que me viera como una humana debíl pero mis pies empezaban a gritar de dolor.

- Necesito un minuto- susurré con voz cansada, Eros me miró por un momento.

- Nos sentaremos aquí, tranquila, falta poco para llegar, lamento no poder usar alas para llevarte,  no sé cuantos dioses estén en el Olimpo y ellos... -

-No pueden verme- terminé por él.
-No puedo creer que las historias que me contaba mi madre sean de todos ellos,  ya sabes,  estoy en medio de grandes celebridades! - dije riéndome de mi misma, todo esto parecía un sueño.

- Es verdad,  son ellos, supongo que yo no puedo verlos tan magestuosos-

- Has crecido con ellos supongo que los ves como tu familia- dije en cogiendo me de hombros

- Si,  muchos de ellos me criaron sin embargo he pasado más años en tu busqueda que con ellos - su mirada se concentró en la mía y poco a poco nos acercamos para besarnos.
Sus labios encajaban perfectamente con los míos,  eran suaves y dulces, sentía que necesitaba más de ellos, quería estar más tiempo pero el aire en mis pulmones era una maldita necesidad más grande.

- Ellos son tu familia, los grandes de grandes-

- Temo que los ves como más de lo que son-

- Poseidón,  aquel que Guia las criaturas en los mares y mueve el agua con sus dedos creando grandes olas de gran inmensidad, Zeus el grande y glorioso con una mente envidiable y un liderazgo nato, y estoy pisando el mismo suelo que todos ello-

- Vamos,  sigamos- Eros veía como brillaban los ojos de su amada al pronunciar los nombres de sus iguales

- Eros mira! - Eros iba detrás de Maya cuidando de todos los ángulos para que nadie la viera, ella parecía tan tranquila y natural como si ya perteneciera a aquel Reino, Eros no sabía que era lo que le había llamado tanto la atención a Maya pero seguramente era algo común para él.

-Es un conejo- Eros abrió los ojos al oir eso,  donde los conejos estaban, la diosa  de la caza también.

- Maya!! - fue como si su grito la hubiera herido,  Maya dirigió su mirada hacia él con susto por su grito pero en cuanto sus ojos se conectaron el sonido de una lanza incrustada en un cuerpo selló el momento.

Maya dirigió su lenta mirada hasta su costado,  su vestido se había teñido de rojo.

- No, no, no- repitió Eros llegando a su lado, la sangre tiñó más la tela y en sus brazos calló Maya.

- Que?... - Artemis diosa de la caza calló al suelo cuando vió una de sus flechas incrustada en una figura humana.

- Eros,  yo... Estaba cazando,  mis flechas no lastiman,  no lastiman en el Olimpo, no lo hacen a menos que...- Artemisa hablaba rápido y sin sentido

- Que sean humanos- terminó Eros por ella,  Artemisa casi grito al oir aquello.

- Yo no mato, no soy como ellos, no quería herirla Eros por favor,  ella no debería estar aquí- Eros no podía curarla,  veía su piel palidecer poco a poco.

- Apolo,  sabrá que hacer, tu sabes donde está,  nadie más la puede ver-

- Estas cometiendo un sacrilegio Eros,  has metido una humana al Olimpo ni siquiera sabes cuantas reglas ya has roto, y tu más que nadie sabe el castigo que eso conllevará-

- Apolo,  dónde está! - decretó Eros frente a la diosa con sus amada en brazos.

- No fue mi culpa,  yo no la maté! - se defendió la diosa

- Ella no está muerta!!!  Apolo! - la diosa Chilló de dolor al oir el grito del Dios,  cuado un Dios enfurecía de tal forma sus dones  detonaban sin poder controlarlos,  Eros era capaz de aplastar los sentimientos de los dioses,  Artemisa sentía una presión en su corazón casi como si fuera una humana y una mano lo apretada desde dentro.

Artemisa,  débil ante el acto de Eros, desenfundó su arco y apuntó una flecha al cielo,  y del Sol calló lo que parecía ser una estrella.

- Hermana,  porque razón ha sido tu llamado- Apolo descendió de una luz brillante con su armadura, su hermana sentada en el suelo solo pudo mirar a Maya en los brazos del Dios del amor, Eros sabía que si había un solo Dios en el que pudiera confiar era Apolo,  había vivido su juventud Unidos aunque él estuviera siempre con su hermano, en su juventud Rebelde,  pero ahora era un Dios renovado y bondadoso.

- Trajiste una humana al olimpo- Dijo Apolo tomando a Maya entre sus brazos, la puso en el suelo y sobre ella crecieron pequeñas flores blancas, ningún Dios se dio cuenta de aquello, el jardín de Gea solía comportarse de una rara manera en su ausencia,  como si tuviera vida propia.

- Nadie se dará cuenta- Eros Miró a Maya,  sus ojos estaban cerrados pero daba pequeños gemidos de dolor.

- Nosotros lo hemos hecho,  cuanto falta para que Zeus haga lo mismo o tu madre a su regreso,  la destrozarás,  pero esta humana, ella,  sabe las consecuencias  de su estancia aquí,  lo que te harán los demás Dios es por traerla?- Eros apretó su mandíbula y miró nervioso a Apolo.

-No, y no se enterará, solo curala,  nadie sabrá que me ayudaron-

- Demasiado tarde- y el cielo del Olimpo se volvió gris entre nubes y los truenos se oían como estuvieran a su lado

Zeus había llegado...

Amor Escrito en Griego (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora