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Todo volvió a caer.
Absolutamente todo.
Sólo era cuestión de tiempo, y yo lo sabia bien.
Jamás en vida quise gritar con desespero, porque siento que me ahogo. Jamás en mi vida sentí como si me faltara el corazón porque siento un vacío en mi pecho. Jamás en mi vida sentí que el oxígeno se convirtiera en veneno, queriendo rasgar mis pulmones hasta que solo quedara un vacío en mis viseras.

Creí que estaría feliz. Creí que estaría feliz porque por fin no solo seriamos nosotras dos. Creí que estaría feliz ya que por fin ella no sentiría su cama ni su corazón vacío aunque sea por un momento, que por fin ella entraría al cuarto de su sangre y no lo vería vacío. Creí que por fin estaría feliz por ella, por nosotros.
Oh, vaya que lo estuve, ese efímero momento de felicidad en el que no pude evitar sonreír descaradamente frente a ellos. Mintiéndome mi misma. Engañándome tanto tiempo que no quería creer lo que simplemente estaba en mi campo de visión.
Como ese pequeño momento en el que te despiertas de un sueño muy vivido, y no estas muy seguro de si sigues en el sueño, o si ya has despertado, confundiéndote por completo.

No quise darme tiempo de pensar, ni de sentir lo que estaba viviendo. No quería. No quería, porque simplemente ya sabía la respuesta. Quería un tiempo más. Volviendo a engañarme otra vez.

No me di cuenta de lo sola que me sentía, hasta que ellos volvieron. No me di cuenta del vacío en mis costillas, hasta que volvieron. No me di cuenta cuando fue que empecé a desear que se vayan, aun si acaban de regresar. De lo que me di cuenta fue que no me importaba llegar a casa y encontrarla, sola, a ella. No me importaba pasar por las habitaciones y verlas vacías. No me importaba quedarme tardes o días sin compañía. No me importaba pelear graciosamente con ella, porque la amaba y amaba que la casa estuviera sola para las dos. Me di cuenta que amaba estar con mi mamá y simplemente no me importaba nada más.
Amaba que sus ojos se quedaran pegados en la puerta esperando, esperando.
Amaba que me ignorara por tener los ojos y manos pegadas al celular esperando noticias. Siempre esperando, esperando.

Me di cuenta de los mucho que disfruto de la música, del frío de la casa, de cenar sola, de las series y películas.
Me di cuenta de lo mucho que disfruto hablar sola, bailar y cantar sin miedo a que nadie me vea, porque estoy sola, y me encanta.
Me di cuenta de lo mucho que disfruto gritar a todo pulmón sabiendo que nadie me escucha, de lo mucho que me gusta reírme, llorar, gritar con todas las de la ley mientras veo una serie, sin miedo a que nadie me vea raro, porque estoy sola, y me sigue encantando.

Me di cuenta de lo sola que me encontraba, y de lo mucho que me agradaba esa sensación.

Los confines del universo y de mi mente.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora