Father, forgive me »»(Fratt)

III

Mentiría si dijera que no había pensado en el castaño desde el día en que lo conoció, las últimas dos semanas había estado pensando constantemente en el joven padre, su voz le resultaba familiar, pero puede que se estuviera confundiendo. Sus pensamientos sobre el muchacho le resultaban descabellados, ¿Matt  sabía que era tan atractivo? Su mente vagaba por un camino por el que no debía, pero no podía evitarlo.

Por su parte, Murdock, tendía a pensar de una forma "prohibida" sobre el más alto. La religión poco le afectaba, realmente, en sus pensamientos por fuera de su trabajo. Él veía la iglesia como una forma de obtener dinero a través del uso del cristianismo, y Frank no dejaba de concurrirla. Su rasposa voz y su particular fragancia hacían al diablo de Hell's Kitchen perderse en él y no prestar atención a nada más. Podría decirse que se habían vuelto amigos, con la excepción de que Castle no sabía que él era el mismo con el que se había topado anteriormente -desconocía el nombre del sacerdote tras las rejillas-, habían tomado confianza, la situación ya no era una de confesor y confeso, era un ámbito más personal, independientemente de lo que Punisher tenía para decir. Básicamente; usaban las reglas de felpudo. 

Las últimas noches, Matthew, tenía sueños recurrentes en donde cierto mercenario recorría completamente su cuerpo, besándolo por completo. La idea no le disgustaba, pero una cosa es decirlo y otra totalmente diferente es hacerlo, además, tenía pinta de ser más heterosexual que la heterosexualidad misma. 

Estaban en medio de una conversación, normal, como casi todos los días. Siempre era lo mismo; llegar apurado, reportar su presencia e ir a la casilla que siempre le era asignada. Lo positivo; Frankie.

  — Creo que estoy sintiendo interés por un hombre —soltó de la nada—, esta mal, ¿verdad?

Las palabras de Frank lo dejaron atónito, pensativo sobre su respuesta. Si bien le gustaría tener algo con el mercenario, no iba a interponerse entre su amigo y la persona que llamase su atención.

  — ¿Debería responder como padre o como yo mismo?—preguntó.

  —Como tú mismo estaría bien, supongo.

—Sinceramente me parece que no es nada degradante, humillante o "malo", por así decirlo. El género es una construcción social y cultural que se basa en las diferencias que nos brinda el sexo biológico, a partir de ellas se socializa de forma distinta a hombres y mujeres, dirigiéndolos hacia ideales tradicionales de hombre-masculino y mujer-femenina.

— Gracias, tienes razón. Yo... Yo nunca lo había visto de esa forma. —sonrió, un poco sorprendido, 

— Y... ¿Se puede saber quién es el afortunado?—rió, no quería que sonara muy evidente su curiosidad, pero lo carcomía.   

  —Él... Su nombre es Matt, y también es sacerdote. —sintió el aire volver a sus pulmones y una sensación extraña, como de emoción, recorrerlo por completo.

— Lo conocí el otro día, cuando iba camino a casa de mi ex esposa a buscar a mis hijos, chocamos, y el café que ambos llevábamos se derramó sobre nosotros.—sonrió al recordar el  vergonzoso momento.—Insistí en llevarlo a su apartamento hasta que aceptó, fuimos, preparó café y me dió un sweater porque estaba hecho un desastre. Charlamos largo rato y al final intercambiamos números.

  — Eso es genial, ¿por qué no lo invitas a salir?—mordió con astucia su labio inferior.

— Es un cura, ¿lo olvidas? 

— Tú solo invítalo a salir y ve qué pasa. El que no arriesga no gana. 

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Ansioso, cierto castaño, repetía los mensajes de texto con cada vez más emoción. ¡Por Dios! No solo había logrado una cita con Castle, también había conseguido una conversación "decente", aunque se le había escapado algo que no debía ser enviado realmente, ¡estúpido teléfono celular! Recién estaba a día domingo, faltaba casi una semana completa para su momento llegue.

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Actualmente estaban a día viernes, por lo que, mañana era la "gran noche". Tenía pensado decirle que era el mismo sacerdote con el que estuvo charlando por largos meses, si es que no se había dado cuenta ya. Su preocupación actual: cómo se vestiría, es decir, siempre que iba a salir a la calle se ponía un clériman junto con un cuello romano, pantalón y zapatos negros y eso era todo. Sumándole el hecho de que era ciego, por más que tuviese sus otros cuatro sentidos agudizados y fuese el increíble Daredevil no tenía idea de como debería verse.

No creía que Frank fuese una persona muy superficial, pero quería que lo viese en una ropa diferente a la de trabajo, pero para el ex-teniente sería la segunda vez que lo vería. Estaba perdido en sus pensamientos, cuando sintió el celular vibrar en su bolsillo trasero; un mensaje. Su mente se aclaró al instante al reconocer al emisor, su salvación: Foggy.