I.

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— ¿Qué te parece? ¿Te gusta?

Tomándose un vaso de agua de un solo trago, Nick volvió hacia su madre, desde que la había ayudado a descargar las cosas del camión de mudanzas había una pregunta que se moría por hacerle a su progenitora, sin embargo, era tan cobarde como para decirla. No quería verla triste, no luego de lo que pasó su padre.

— ¿Porque trajiste los muebles de papá? —soltó, dejando entre ver un poco de su molestia.

Tatiana cambio su atención hacia su hijo, Nicolás la miraba con una seriedad que nunca había visto en él, dándole a entender que la pregunta iba en serio y tenía que responderla, sí o sí.

Sin otra alternativa, paso un mechón de su cabello rojizo detrás de la oreja, sus ojos recorrían la habitación sin quedarse mucho tiempo en uno solo punto, Nicolás frunció el ceño. Conocía demasiado bien a su madre como para saber cuándo estaba buscando una excusa para evadir una pregunta directa, como era la que le había hecho, trato de encontrar su mirada, pero ella lo evitaba.

— Mamá. —presiono.

Entonces finalmente suspiro, sin embargo, decidió que la madera sucia del piso era mucho más interesante que mirarlo a él directamente a los ojos.

— Creí que te sentirías más cómodo... Ya sabes teniendo las mismas cosas de la antigua casa...

Nick bufó— claro, recordar la antigua casa, cuando todos mis recuerdos allí fueron con papá y tu juntos... Buena idea mamá —comento con ironía a la par que miraba a su madre con una sonrisa llena de burla.

— Nick... Cariño, lo siento. Sabes que no era mi intención separarte de tu padre, pero Jeffrey--

— Jeffrey me importa un carajo mamá, quien realmente me preocupa es Aby, y tú la dejaste con él —acusa con frustración.

— Sabes que no lo hice porque quisiera, tu padre ganó su custodia.

— Porque no peleaste por ella —finalizo antes de darse la vuelta y subir las escaleras dejándola con la palabra en la boca.

Al instante se sintió mal, su conciencia había empezado a recriminarle su falta de empatía, ¡Carajo! ¿Hablar de su padre? Qué rayos estaba mal con él. Él más que nadie sabía lo que su madre había sufrido en cuanto su padre le pidió el divorcio, un momento parecían estar bien y al otro su padre salía de la casa, con una mano arrastrando a Aby y la otra la maleta, el simplemente se había rehusado a ver a su madre a la cara y huyó como el cobarde que es.
Cuando su madre volvió del trabajo, Nicolás fue quien tuvo que darle la noticia, quien se mantuvo a su lado en todo momento, y quien le tendía su hombro cada vez que la veía llorar. Nick fue el hombre que su padre no pudo ser para su madre.

Y ahora estaba haciendo exactamente lo mismo que su padre, la abandonaba.

Sin embargo, no estaba preparado aún para tratarla como realmente merece, sin quererlo o no, ellos habían arruinado su familia y separado a unos hermanos. No podía simplemente olvidarse de la existencia de Aby.

Mirando las escaleras por última vez, Nick siguió el largo pasillo hasta llegar a lo que sería su nueva habitación, al abrirla se encontró con su colchón tirado en una esquina con una delgada sabana esperando por él. Empezaba a odiar aquel pueblo con solo un día de estar en el.
Luego de darse un baño y casi vomitar al ver lo mal cuidado que estaba el baño, Nick termino por salir nuevamente, sintiendo una mezcla entre incomodidad y culpa al tomar asiento en el comedor, su madre no le dirigió la palabra en lo que duró la cena y el tampoco hizo el intento de disculparse, por más que quería hacerlo.

Finalmente volvió a su habitación, y se acostó en su improvisada cama.



M I D D L E T O N  (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora