Vivo solo.

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Aquella habitación de barro era mi única caja para fingir mi coherencia, me encontraba de rodillas frente a la pared, repitiendo constantemente un golpeteo contra esta con mi cabeza, mis manos cubrían mi cabello, apretándolo con fuerza para asegurarse de que no se escapara mi consciencia, tenía que mantenerme despierto, tenía que seguir moviéndome y respirando.

Ya no lo soporto, pero no puedo detenerme. Si me dejo llevar, me distraeré, me dormiré en la realidad, no quiero, no puedo, no, no, no, no.

Los golpes proseguían, podía ver perfectamente una mancha roja en la pared, pero no podía concentrarme mucho en ella. Tenía que mirar al suelo, fijamente, si me distraía, aunque sea un simple segundo, mi cuerpo se iría.

La luz que entraba por la ventana dejaba ver de forma tenue la habitación, no confiaba en los bombillos, ellos me miran, me dicen que mis ojos me engañan, que ellos solo muestran lo que quieren mostrar, que no puedo confiar, solo en mis ojos, solo lo real es lo que yo veo, no puedo ver lo que ellos quieren que vea.

Apretaba fuertemente mi cabeza, empezaba a sentir como empezaba a irse mi razón, empezaba a escaparse entre mi cabello, como una brea áspera, espesa, se untaba entre mis dedos de forma asquerosa.

Solo un poco más, solo debo seguir un poco más, dentro de poco ya no tendré que seguir despierto, podré dormir, ya no vendrán ni me buscaran, solo un poco más, podre volver a ver a los demás como todos los días, podré quedarme solo en mi caja sin sentirlos de nuevo, no van a venir, no más, nunca más.

Empecé a sonreír de solo pensarlo, una fuerte risa salió entré mis dientes chasqueando con eco el lugar, sería fantástico de solo verlo, un día normal, un día sin nada fuera de su lugar, sin la dignidad volando, sin la razón escapando de mi cabeza, sin nada estorbando mi vista, sin nada, nada, nunca nada. Mire el techo con alegro, sentía que había alcanzado un logro, había logrado despertar mi sueño por fin, ya sabía mi objetivo.

No tengo que seguir huyendo, no tengo que fingir, puedo ser yo en un día normal, un simple día normal. Las personas en un día normal mueren, incontables al día, era mi meta, debía hacerlo, debía conseguir llegar a la normalidad.

Ahora mi mente pensaba en la felicidad que vería en mis amigos, sus caras de alegría resaltarían con los tentáculos y orejas de sus bocas, estarán felices de verme al fin concebido.

—"Vamos, Jake, sigue corriendo, sigue corriendo en el balcón, vamos a saltar hasta la playa, veras el agua que se cruza entre tus neumáticos"—me gritarían de solo verme.

Quiero correr ahora, entré más rápido mejor ¿no? Así todo esto acabara, todo terminara, solo debía correr a la cocina y buscar el cuchillo. Luego sería mover los pies de mis brazos hasta cansarme, un trote lento al principio para luego subir a una velocidad de maratón, un impulso rápido de olimpiada me ayudaría en mi carrera.

Estaba a punto de levantarme, pero la puerta empezó a sonar, empezó a ser golpeteada fuertemente.

No.

No ahora...

Me distraje solo para terminar esto.

No.

No.

¡No!

— ¡Vete, lárgate! ¡Lárgate...! —grite colérico.

La puerta empezó a ser golpeada con mayor brutalidad, como si estuvieran tratando de romper la cerradura.

— ¡Vete! ¡No te daré mi cordura, lárgate! ¡Es solo mía!

No tenían ese derecho, no podían quitármela, esos seres horribles solo piensan en eso, solo piensan en verme sufrir, no piensan en como yo pienso, no piensan, no entiendo cómo piensan, ni pienso como ellos piensan, por eso no pueden pensar, son solo monstruos, enfermos...

La cerradura se abrió suavemente, como si fuera soplada, la puerta empezó a abrirse con sutileza, un sonido de estática adornaba de forma melodiosa el lugar, mientras una figura negra, con ojos punzantes, me miraba apenado desde la puerta.

— ¡Lárgate! Esta es mi casa, no te quiero dentro... —Le corrí.

Una voz tosca, áspera e infantil salió de él.

—Jake, ¿puedo... pasar? Es por tu bien, Ja... ke...

—No ¡Largo!

Lentamente aquella figura empezó a moverse mecánicamente hacia mí, poco a poco, se acercaba, quería ir hacia atrás, pero las paredes de cartón empezaron a volverse se goma, empezaron a ser suaves, a no dejarme ir.

Ya no más, por favor, ya no más.

Aquella voz empezaba a agravarse, a ser más gruesa...

—Solo será una sesión Jake, solo tienes que reírte un poco...

Solo reír...

No quiero reír...

No quiero...

No... no más...

Mis carcajadas salieron, en el momento que me di cuenta del chiste que yo mismo me jugué, vivo solo.

Vivo solo.Where stories live. Discover now