Narra _____:
******: Hola lindura ¿Qué haces sola por el bosque? puede ser, ya sabes, peligroso- y seguía sonriéndome de la misma forma que aquel día, que el primer día que lo conocí afuera del Grill, quería dejar de sentirme nerviosa frente a él, pero simplemente no podía, la sensación de tenerlo cerca me ponía los pelos de punta, pero a la vez me gustaba.
Yo: Hola Damon, este… Salí a respirar un poco, sin decir que se cuidarme sola –dije tratando de sonar lo más seria posible y ocultar mis nervios.
Damon: ok no te molestes hermosa –dijo guiñándome un ojo.
Por dentro me derretía, no sabía por qué, o como lo hacía pero con cada simple gesto caía, caía en mis sentimientos idiotas, los que sentía por alguien que jamás los compartiría.
Damon: ¿gustas ir a dar un paseo? La noche aun es joven –dijo esta vez sonriéndome, no de manera sarcástica, si no que hablaba enserio.
Mi mente decía a gritos “no vayas” “sabes cómo va a ser, terminaras ilusionada sin razón alguna” pero ¿Cómo negarme? Fácil era pensar “voy a decir no” ¿pero, y hacerlo cómo? ¿Cómo le diría que no, si tenía demasiadas ganas de decir que si?
Yo: claro, ¿Por qué no? –siempre sonando desinteresada, no lo estaba pero debía aparentar no quería que el creyese que yo era una más de sus “víctimas” como las llamaba Caroline, a las chicas con las que Damon estuvo.
Me guio por el bosque hasta un lago, era realmente hermoso, iluminado por la luna.
Yo: qué lindo es aquí, ¿tú en un lugar como este? –pregunte alzando un ceja
Damon: si ¿raro no? Sabes nunca eh venido aquí con alguien, suelo venir ya sabes a pensar, a estar alejado de todo.
Yo: si lo entiendo, necesito un lugar así, tengo la cabeza revuelta.
Damon: ¿podemos compartirlo? –dijo chistoso.
Yo: no pensaba pedirte permiso de todas formas- dije molestándolo.
Damon: ¿te muestro un lugar especial para mí y tú lo que haces es robármelo?
Yo: pues sí, esa era la idea ¿no?, me lo mostraste y luego cuando necesite pensar o estar sola vendré aquí.
Damon: o podremos venir junto ¿no te parece? Aislarnos juntos, olvidarnos de todo el mundo –dijo mirando fijamente a los ojos, esos ojos, ¿Por qué era tan fácil para el hipnotizarme con ellos?
Yo: si supongo que si –dije nerviosa, el me miraba, detenidamente, era algo que no soportaba y yo no podía aguantar su mirada, porque si lo hacía quedaría perdida en sus ojos, nuevamente.
Damon se acercaba cada vez más a mí, estábamos ambos sentados a los pies de ese pequeño lago, era una noche perfecta.
Lo mire, sentía la necesidad de mirar hacia otro lado, ya que él no apartaba su mirada de mí, vi que sonreía, si sonreía, pero ya no más de esa manera o sarcástica o de galán, me sonreía de una forma que en el nunca antes lo había visto. Era como si estuviera tan a gusto ahí conmigo, como yo lo estaba con él.