Mientras me preparaba para el vacío que dejaría tu ausencia, miraba el cielo, pensando en que si pudiese, yo tomaría una estrella, aún si esa estrella quemara mis manos seudónimos las tomaría todas si fuesen para ti.
Mientras me desvanecía para entrar en tus brazos empecé a creer que eso era el amor, la sangre derramada, el sacrificio inaudito olvidando completamente el precio, que clase de amor tan puro. ¿O no?
Mientras pensaba en todas las rosas que quería cortar para ti, hiriéndome con las espinas sonreía, que dolor tan placentero, sangrar por alguien que amas.
Y empecé a olvidarme ¿Se nota?
¿Quién era yo? O mejor dicho ¿Quién era yo para ti? Era la única pregunta que verdaderamente valía la pena preguntarse, en medio de la desesperación llevaba tu foto en las fosas nasales para no respirar algo más que no hayas sido tú y mientras me enfrentaba a entes oscuros lo que me mantenía luchando era la ilusión de volver hacia ti. Pero un día llegó un ente completamente extraño, que no había pasado por las veredas de mis pensamientos, era yo, luchando conmigo. ¿Qué es esto?
Luche conmigo misma hasta qué me cansé de luchar, pero para ese entonces ya me había perdido y mis pensamientos se habían consumido y ahí lo supe, me perdí intentando encontrarte y terminé como una vela consumida que en su obsesión por amarte terminó en desamor con ella misma.
