Volviendo a Casa

3K 184 64
                                    

El aroma de flores y madera particular de Alicante llego a Alec tan pronto como el portal azul se cerró detrás de él. La luz blanca desde las montañas se reflejaba en él como rayos inteligentes que le daban la bienvenida. Estar en Idris había cambiado desde hace un par de años para él, estar ahí ya no representaba un honor que le había sido arrebatado de pequeño por algo que nunca fue su culpa, hacía años que ir a su país natal representaba el ser parte del lugar en donde habías nacido, Alicante era y seria ahora siempre una parte de él, no su hogar, su hogar estaba al otro lado del mundo entre greenpoint y la avenida Manhattan, pero siempre se sentía feliz de estar en Alicante.

Alec inicio su camino hacia el Gard pensando en las cosas que habían cambiado desde hace años, ciertamente su vida tenía un gran punto importante que había cambiado; del color claro oscuro hasta el azul brillante y multifacético. Tan impresionante como Magnus Bane. Magnus había sido ese brujo interesante y apuesto que le había guiñado en una fiesta, pasando por la primera persona que acepto salir con él, porque Alec nunca había deseado salir con nadie antes, le dio su primer beso despertando algo en su interior que no sabía que existía, se convirtió en su primer novio, en la primera persona que realmente amo y ahora, ese mismo Magnus Bane era el padre de sus dos hijos. La vida se había notado más en cambios desde el primer momento en que miro a Magnus Bane.

El clima en alicante le refrescaba como solo el viento de otoño lo hacía, era un día hermoso y todo parecía maravilloso.

Llegar ahí había sido fácil como no lo fue la despedida. Su pequeño bebé, Max se había aferrado a su pecho llorando por él e intentando que no se fuera. Magnus le había pedido un poco de tiempo para poder ayudarlo con eso ya que su amado estaba ocupado persiguiendo al inquieto Rafael que había amarrado un listón con cascabeles a la cola de Presidente. El infeliz gato corría alrededor del apartamento con Rafe como su sombra, tratando de escapar de él y su inquieta imaginación.

Magnus no se caracterizaba por ser paciente, se detuvo en medio del salón y con un fuerte respiro chasqueo sus dedos haciendo que el listón, los cascabeles y el terror del gato desaparecieran, Rafael miro a su padre en reclamo.

Magnus levanto sus manos.

―Ven a despedirte, Rafael, papa se va ya.

Ninguno de los dos morenos puso en la mesa la discusión de la mágica desaparición del juego del niño. Rafe se resignó a pensar en una nueva forma en cuanto él pudiera despedir a su daddy.

Alec podía recordar ese momento como podía recordar las manitas regordetas de Max alrededor de su cuello.

―Te prometo que no tardare, te prometo que no sentirás que me fui.

Alec logro despegar al bebe de su chaqueta para entregarlo a Magnus.

Los ojos de él y de Magnus se encontraban como dos imanes cada vez que estaban juntos, incluso cuando se hallaban en diferentes áreas de la habitación. El verde dorado brillante mirando al azul profundo.

―También te lo prometo a ti.

Alec recordó la mano de Magnus sujetando su cabello y jalándolo con cariño. Ambos sabían que era un día especial, pero al igual sabían que Alec siempre ponía el deber sobre las festividades.

Magnus pego su frente con la de Alec, sus ojos estaban cerrados mientras le murmuraba.

―Se cuidadoso por favor, y vuelve a casa seguro.

Alec seguía caminando por la montaña que era el Gard con una sonrisa en su rostro al recordar el beso que Magnus le obsequio antes de irse de Nueva York.

Volviendo a casa - Feliz Cumpleaños, AlecWhere stories live. Discover now