Run away with me
Lost souls and reverie
Running wild and running free
Two kids, you and meAnd I say
Hey, hey hey hey
Living like we're renegades
Hey hey hey
Hey hey hey
Living like we're renegades
Renegades, renegades...X Ambassadors no basta para que el ruido a mi alrededor se esfume, aquél escándalo que arman los idiotas de las últimas filas en el autobús escolar. Me ajusto los auriculares a los oídos para no escuchar nada, pero es imposible. El día siguiente me llevaré a Muse o los Misfits. O quizás grave en mi reproductor algo especial para el autobús escolar con la música más ruidosa que encuentre.
—¡Te lo has inventado! —Grita alguien a mi espalda, el cuál trato de ignorar al presionar los auriculares en mis oídos.
—¡Que no, joder! —Responde Verónica con un grito. —Que con eso lo matas...
—Deja de decir estupideces. —Replica otro.
—Eres tú el que no dice más que estupideces. —Verónica parece enojada. —¡LAUREN! ¡Eh, Lauren! —Escucho claramente sus palabras, pero no quiero hablar, no ahora que trato de concentrarme en Renegades. De vez en cuando, y no le hago caso, Verónica cambia de víctima y es lo que quiero ahora.
Saber eso te salva un noventa por ciento de las veces cuando tienes la desgracia de que Verónica viva en la casa de a lado. El otro diez por ciento te limita a agachar la cabeza... Algo que a mí ya no me afecta.
Una bola de papel golpea mi cabeza. Suspiro, y cierro los ojos por un momento ante la molestia.
—¡¡Oye!!Eran mis apuntes de Anatomía, mierda. —Protesta Lucy.
—Lo siento, nena. —Se disculpa Verónica. —Yo te daré clases de Anatomía. ¿Qué quieres saber?
—Enséñale a usar mejor los dedos. —Comenta alguien.
—¡Lauren! —Grita Verónica una vez más.
De un suspiro me quito los auriculares, moviéndome en mi asiento para verla. Verónica sentada al fondo e imponente en su lugar, arrodillada sobre el asiento para mirar a todos durante el viaje.
Los objetos que rodean a Verónica parecen siempre sacados de una casa de muñecas, una mujer hecha y derecha desde séptimo, antes, incluso de declararse lesbiana.
A veces me pregunto si salir con Lucy es para darle una pinta de superioridad, como dice ella misma. Casi todas las chicas de la zona de Flats son bajitas, pero Lucy apenas llega al metro y medio. Una vez, en primaria, una idiota se metió con Verónica. Le dijo que sería mejor que no dejase sola a Lucy algún día porque ella se aprovecharía de la situación. Verónica la golpeó con tanta fuerza que se rompió los nudillos. Fue tan gracioso recordarlo que me hizo sonreír.
Cuando mis padres se enteraron de lo sucedido, mi padre comentó:
"Alguien debería enseñarle a la hija de los Iglesias a dar puñetazos como Dios manda"
Tiene que ser una broma, porque espero que nadie lo haga. La pobre chica pasó una semana sin poder abrir los ojos.
Le lanzo a Lucy sus deberes arrugados, y ella los atrapa en el aire.
—¡Lauren! —Grita Verónica. —Explícale a Zayn qué tan duro pega la bola de softbol.
—No tengo idea. —No tengo ánimos de discutir ese tema.
—Pero se pude, ¿verdad? —Pregunta Zayn, quien se encuentra en el asiento detrás de mí.
El autobús llega a la siguiente parada y en el momento que las puertas se abren, todos se quedan en silencio y reparan a la chica que se detiene en el inicio del pasillo, justo en el primer asiento libre. El chico de primaria junto a él, coloca su mochila sobre el asiento vacío dándole a entender que no puede sentarse ahí. A lo largo del pasillo, los chicos se deslizan hacia la parte exterior. Aquel gesto me hace fruncir el ceño por la molestia.
Escucho a Verónica ahogar una risilla. Algo que le gusta hacer por lo embarazoso de la situación. La chica nueva respira profundo y sigue avanzando. Puedo decir que los nervios abarcan todo su cuerpo en este momento. Nadie la mira y de igual forma intento hacerlo, pero de una forma o otra no puedo dejar de verla, es como sentirse atraída por un accidente de coche o un eclipse. Tiene pinta de ser la típica chica a la que siempre le pasan ese tipo de cosas, las que llaman mucho la atención por ser nuevas. No solo es nueva; también delgada, demasiado diría y demuestra torpeza al caminar. Con el pelo castaño oscuro. Va vestida como... como si le gusta ser mirada, lleva una sudadera en color rosa bastante ancha, una Snapbak con estampados de flores con el ala hacia atrás. Ligas de cabello en su mano las cuales sujetan sus libros contra su pecho.
Un escalofrío extraño recorre mi cuerpo. Algo que nuca antes experimente y mucho menos los bellos erizarse de mis brazos bajo mi chaqueta negra de cuero.
El autobús escolar vuelve a detenerse para recoger a otro puñado de chicos. Los recién llegados empujan a la chica nueva a un lado y ocupan sus asientos.
Ese es el problema; todo el mundo tiene ya un sitio asignado desde el primer día de clase. La gente como yo, que tiene la suerte de haber conseguido uno doble, no pensaba compartirlo.
Vuelvo a mirarla. La nueva sigue en el mismo sitio, de pie.
—Eh, tú... —Grita el chófer. —Siéntate.
No sé si los nervios tienen que ver, pero la chica continúa en la misma posición.
El chófer se levanta de su puesto y palmea el hombro de la chica que se sobresalta. Gira para ver al hombre quién señala el pasillo con poco interés. Ella baja su mirada, avanzando hacia la boca del lobo.
Ay, madre, detente. Da la vuelta.
Casi puedo imaginar la sonrisa en los labios de Verónica y Zayn, ellos se relamen los labios a medida que la nueva se acerca.
—Eh. —Le avisa Lucy. La chica sigue avanzando. —Eh... —Repite una vez más. —Tarada. —Eso es suficiente para que Verónica se eche a reír. Sus amigos la imitan al momento. —No te puedes sentar ahí. Es el sitio de Gigi.
La chica se detiene al ver que Lucy se levanta de su puesto. Mira a Lucy, y luego el asiento vacío.
—¡Siéntate! —Grita el conductor, pero ella parece absorta en todo.
—¿Esta ocupado? —Pregunta, sus manos se mueven de manera extraña. Lucy cruza sus brazos detallándola por completo. —Tengo que sentarme.
—Y a mí qué me interesa. —Dice Lucy, y por un momento creo que la nueva esta viendo sus labios.
Por Dios.
—¡¿Qué le ves a mi novia?! —Grita Verónica, la chica se sonroja y aparta la vista de inmediato.
Intento subir el volumen de mi reproductor pero ya lo tengo al máximo. Vuelvo a mirar a la chica; parece a punto de llorar y casi sin darme cuenta de lo que hago, me deslizo en el asiento y jalo de su sudadera suavemente para llamar su atención.
—Siéntate, por favor. —Digo en susurros. La chica me observa por un momento ante de deslizarse en el asiento y colocar su mochila y libros sobre su regazo.
—G-gracias...
Giro mi vista hacia la ventana del autobús. Trato que el mundo me trague en ese momento, y que la música ahogue el bullicio a mi alrededor.
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De Ti Aprendí; Camren
Teen FictionA pesar de que aprendí a vivir sin ella, no me acostumbro a la idea de no saber cómo es... una sensación amarga al no poder escuchar tu voz. (Basado en la novela de Rainbow Rowell Eleonor y Park)