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Vio como el cuerpo de ese monstruo ya ni era reconocible; su cuerpo estaba ensangrentado y había un charco de este líquido rojizo alrededor de él, también una parte de su espalda había sido devorada por su prisionero; que actualmente ya había escapado.

Kaneki dio un último vistazo a la gran sala terrorífica para luego emprender carrera hacia las afueras de las instalaciones del Árbol de Aogiri.

*

—¡AH! —el albino se levantó de un salto de su cama. Al voltear frenéticamente por los alrededores y notar que se encontraba en su habitación, se tranquilizó y se fue hacia la sala del departamento para sentirse seguro después de su pesadilla.

—Esto está pasando cada vez más continuo... —dijo, pasando una mano en sus blanquinos cabellos por la frustración—. Dios, t-tan solo debo olvidar lo.

Ken fue hasta la cocina; la cual no era muy grande, pero aún así era suficiente para unos ghouls. Se preparó un café negro.

—¿Qué? —al voltear su mirada captó las agujas del reloj que indicaban las 3:27 AM.

Desde aquel día en que escapó de las garras de Yamori, ha tenido pesadillas con las torturas que sufrió, sufre por cómo cada uno de sus seres queridos mueren. Gracias a todo esto, Kaneki cada vez duerme menos.

—Tengo que ser más fuerte para protegerlos.

*

Mentira. Todo había sido una vil mentira.

Sólo quería ser más fuerte por tener miedo de estar solo de nuevo; solo quería cumplir sus caprichos con un pretexto. Qué mal persona era. Hasta Touka se lo echó en cara hace menos de una hora; no merecía estar de vuelta en Anteiku ni con esa gente.

Se había convertido en un monstruo que ni siquiera se podía controlar al pelear. Era aquello que siempre los niños temen que les aparezca, un monstruo.

Lágrimas fluyeron por sus cachetes al recordar cada momento de su vida.

Nunca conoció qué era la felicidad.

El amor maternal dicen que es de los mejores, pero su mamá le maltrataba. El amor paternal también te apoyará en la vida, pero su padre murió cuando sólo tenía cuatro años y no lo recuerda. Esa conexión que tienes con alguien que te entiende y te hace sonreír; un amigo, eso él nunca lo tuvo, siempre sufría bullying de sus compañeros.

Su cuerpo cayó en el frío asfalto del callejón oscuro. Su espalda estaba apoyada en la pared, mientras su cabeza la escondía en sus rodillas y también la agarraba con sus manos.

Las imágenes de la madre y al niño que no pudo salvar en la sala de Jason llegaron a su mente, al igual el cómo ese investigador acababa con Ryouko. Él estaba ahí, pudo haberlos salvado, pero aún así no hizo absolutamente nada. Era débil y aún lo es.

Aunque hubiera gente al rededor él se sentía solo, solo en esta novela de tragedia.

—Tal vez... hubiera sido mejor no salir de la sala de Yamori —su voz sonó entrecortada por sus sollozos. Cada vez que analizaba cada pedazo de su vida, una pregunta llegaba a su mente "Si me voy ¿alguien me extrañaría?"

No quería ir con los ojos hinchados, rojos y los cachetes mojados por las lágrimas, así que sacó su máscara de cuero negro de los bolsillos de su pantalón y se la colocó en su rostro. Cuatro tentáculos rojizos salieron de la parte inferior de su espalda y, con ellos, se impulsó para atravesar el distrito 20 y llegar al lugar donde se alojaba.

Como ya estaba cerca se deshizo de su máscara; de su rostro no se preocupaba, ya que de lo más seguro no se notaría el sufrimiento de hace momentos atrás.

Héroe ▪️【Hideki】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora