Las Noches Que Pasé En El Vacío

Primera Noche en el vacío.

He buscado mil maneras de alejar mis absurdos sentimientos de ti, poniéndolos todos en una botella, y dejándola ir a la deriva por el inmenso mar. Algunas veces el mismo mar trae de regreso la botella, dejándola por días enteros en mis costas.

He buscado mil maneras de guardar silencio y de mantener estos pensamientos en un lugar clandestino, enterrados en un cajón mil metros bajo tierra. He perdido la cabeza y ya se me han agotado las botellas, así que ahora he decidido vaciar una por una en cada una de estas páginas.

He oído en varias ocasiones, que la gente puede viajar mientras duerme, y así poder visitar o ir a cualquier parte sin que nadie en el mundo real sepa que lo hiciste. Muchas veces he querido viajar para ir a verte, y decirte cosas mientras duermes. Contarte las historias que he imaginado contigo, las cosas que me gustaría hacer contigo o sobre cómo ha cambiado mi forma de ver la vida desde que llegaste a ella.

Pero me gustaría decirte todo esto sin que supieras que soy yo quien lo siente. Me gustaría que leyeras esto pero que no te dieras cuenta de que es para ti. Y sé que suena estúpido, lo sé, pero no sabes el miedo que tengo al imaginar que probablemente te horrorizarías al conocer la verdad.

Una noche en la que el corcho de la botella salió disparado hacia la ventana, decidí intentar cerrar mis ojos para poder volar e ir a visitarte. Deseé con todas mis fuerzas que funcionara, y cuando me di cuenta, había despertado en mi propio sueño.

Había oscuridad en el cuarto y sentí miedo.

Admito que no sabía lo que debía hacer, no sabía cómo funcionaban las cosas o si tenía el tiempo suficiente antes de que despertara. Si era verdad, había encontrado la salida perfecta para todos esos sentimientos acumulados en las botellas.

Vagué por mi casa y por las calles de la cuadra un par de minutos. Respiré y sentí el viento frío de la noche. Y aunque me hubiera gustado entretenerme más tiempo, todos mis pensamientos me llevaban a ti.

En el camino recorrí las calles que se me hacían familiares y fantaseé con hacer cosas que estaban prohibidas o que estaban en contra de las reglas. Escuchaba de fondo una canción que me recordaba mucho a ti, y en una ocasión tuve la suerte de ver pasar una estrella fugaz.

A menudo solía pedir deseos relacionados contigo. A veces era tener aunque sea un minuto a solas contigo sin que llegara alguien que nos interrumpiera, y otras, pedía terminar con toda esta historia donde salía perdiendo. De alguna manera, al final del día jamás me arrepentía.

He soñado en varias ocasiones contigo y eso hace que al despertar me quede una sensación extraña. Siempre caigo en la realidad de que mis aventuras contigo pocas veces se cumplirán y que todo esto es una estúpida ilusión de un adolescente perdido.

Cuando por fin llego a tu casa, entro sigilosamente como si me fueras a notar, cosa que es imposible. Abro la puerta de tu habitación y puedo percibirte durmiendo.

No conozco a la persona que duerme a tu lado, pero por lo que me has dicho sé que eres muy feliz con él. A veces pienso si también lo serías conmigo. A veces deseo que nuestras circunstancias fueran distintas y yo no estuviera en este lugar, admirándote en silencio.

Veo tu pelo, tu piel, toco tu rostro y me invade el impulso de depositar en tus mejillas un delicado beso. Tengo la oportunidad de decirte aquellas palabras que me he callado por tanto tiempo, pero la verdad, ni siquiera me he escuchado decirlas en voz alta a solas, y siento mucha vergüenza al admitirlo.

Decidí sentarme al lado de tu cama para observarte detenidamente. En el día trato de no hacerlo mucho, pues temo que me descubras. Me escondo detrás de toda esa multitud y de todos esos abrazos y tequieros que trato de decir cada determinado tiempo para que no haya sospecha.

Me comporto como si me sintiera normal, pero por dentro tengo un enjambre de sentimientos que a veces no puedo controlar. Me presento ante ti como quiero que tú me percibas, y muchas de las cosas que hago, las hago para merecer tus halagos.

Y cuando por fin junto la fuerza para decírtelo, siempre pasa algo o llega alguien que nos interrumpe, como mi alarma que indica la hora de despertar...