{ https://www.youtube.com/watch?v=UblA9JAc0TA }
¿Cuántas noches más tenía que soportar el dolor que a su alma sofocaba? Tenía días, días enteros, queriendo acabar con su vida. Pero no, claro, él no deseaba suicidarse por desamor. Deseaba acabar con su vida porque consideraba que una persona tan idiota y patética como él no debería existir en la tierra. ¿Cómo había creído en tan falsas palabras? Pues, joder, es que estaba tan enamorado que incluso era ciego a lo que la gente intentaba mostrarle.
"Él te hará daño, Guille, y cuando eso pase no te quiero ver acá llorando como un perrito. Te lo digo desde hoy... está jugando contigo, ¿por qué un hombre como él se fijaría en alguien comí tú? No quiero ser grosera, cielo, pero de verdad... es algo imposible de pensar."
Su mejor amiga tenía razón. Vaya a saber Dios porque aquel hombre había puesto los ojos en tan solo un idiota aprendiz de economía. Espera, ya, ya entendía; porque era un juguete fácil de manejar. Si la hubiera escuchado, si hubiera aprendido, si simplemente hubiera prestado atención a cómo era Samuel con él. Vaya, y es que ahora que lo notaba ni siquiera una vez habían tenido un encuentro en el cual no terminaran en la cama.
Pero las cosas eran así, ya estaban sobre la mesa y no tenían marcha atrás. Las maquinas del tiempo no existían, y los controles remotos para controlar la vida solo aparecían en películas para adolescentes. Bienvenido a la vida real, acá es donde te toca jugar.
¿Prefieres lastimar o ser lastimado?
Guillermo no se arrepentía de nada, aunque le doliera el pecho. No se arrepentía de el doce de abril del año pasado, el día en que lo conoció e instantáneamente cayó rendido sin saberlo ante el hombre que tenía como superior.
"Él es el señor De Luque, el hijo mayor de uno de nuestros mejores socios, Díaz, se amable con él." Quizás se le fue la mano con la amabilidad esa tarde. No entendía cómo, ni siquiera el porqué, pero la habitación tenía tanta tensión sexual que fue simplemente eso en lo que acabó aconteciendo después de solo una media hora de platica. No había caso, de verdad, ¿qué clase de ser humano podría no caer ante ese hombre tan jodidamente sexy? Era imposible, por más de que se gritara mentalmente en ese momento que estaba mal no había caso.
"Es un jodido mujeriego." Aseguró una de sus compañeras de trabajo al tiempo que tomaban el ascensor para llegar al piso donde el distinguido joven De Luque los esperaba para una nueva charla de negocios. "Es un hijo de puta, Guille. Si me toca un pelo le parto la vida." Y entonces él rió bajo pensando una que otra cosa. Porque si, ¿como para que negarlo? Desde ahí ya lo tenía loco. Dios, es que era cabezón, idiota, estúpido.
El trabajo se volvió algo más rutinario. Aunque era un practicante Samuel siempre insistía a la empresa con que fuera exactamente él quien fuera a verlo a su oficina si de negocios se trataba. Pero lo último que se hablaba en esa oficina eran negocios, es más, ni siquiera se hablaba.
Quizás fue a la primera o a la segunda semana de conocerlo que cayó en cuenta de que estaba ya totalmente cegado por aquel hombre que le ganaba por cuatro años. ¿Enamorado? No lo podía asegurar, pero en más de una vez se lo habían planteado desde ese entonces. El único problema era que aquel muchacho con el cual se estaba metiendo era su jefe, y que además, por lo que se había enterado por las chismosas de sus compañeras, estaba en planes de divorcio.
Guillermo conoció a la afortunada al mes. Era una mujer un tanto más bajita que él, era de cabellos rojizos, tenía ojos grandes y brillantes, además de una sonrisa bastante bonita. Parecía una mujer bastante amable, y ciertamente lo era. Esa mujer era la esposa de Samuel, pero siempre que estaba con él intentaba hacerse a la idea de que pronto sería su ex esposa. Ahora se sentía bastante idiota por creer en las veces que había escuchado las palabras "cuando ella ya no esté acá... tú serás mío."
