Me levanté algo cansada, no había pegado ojo en toda la noche.Ella volvería de nuevo a su Galicia natal y yo me quedaría en Madrid.
Tantos recuerdos junto a ella me vinieron a la mente después de haber estado casi dos años siendo amigas y habiendo convivido juntas, tanto tiempo que ha pasado y yo, siendo una auténtica cobarde, nunca le confesé lo que de verdad sentía.
Mis sentimientos hacia Miriam propasaban el límite de la amistad.
Odiaba tenerla tan lejos y mi corazón se haría cenizas el día de mañana, cuando ya me empiece a dar cuenta de que ya no volverá a estar en mis días.Decidida, empecé a escribir.
***
— ¿Qué? ¿Nerviosa por tu vuelta a tu querida Galicia? – Preguntó melodiosa mi pequeña excompañera de piso, Aitana.
— Si, la verdad es que un poco si. Aunque ya sabéis, sólo estaré unos meses, después empezaré a trabajar en Toronto. – Las tres pequeñas personitas de enfrente mío sonrieron con orgullo.
Se sintieron tan contentas, o más que yo, cuando les conté que una gran empresa canadiense quería tenerme en su equipo. Iba recomendada por mi jefa y eso sumó más de que yo fuera una de las candidatas al puesto, hasta que al final lo conseguí.
— Te vamos a echar muchísimo de menos Miri. – Dijo Nerea, la cual me abrazó.
Me sentí extrañada puesto que Ana no decía absolutamente nada, solo se limitó a observar la situación de lejos.
Tenía una sonrisa, pero se de sobra que era una sonrisa cargada de absoluta tristeza.Me acerqué a ella.
— Hey Canaria, ¿No te quieres despedir de mi? – Asintió mirando al suelo. Siento muchísimo que esto nos duela tanto a ambas, Ana.
Lo que más me dolía de irme es separarme de ella, ha sido un gran apoyo para mi durante estos dos años.
La redeé entre mis brazos. Este sería nuestro último abrazo hasta que nos volviéramos a ver, quién sabe cuando.
Se que en el momento que me despierte cada mañana y ella no esté me sentiré completamente vacía sin su sonrisa decorando de alegría cada una de mis mañanas.
Noté sus sollozos en mi pecho.
Me rompía verla así.Nunca quise decírselo, ni me lo había planteado. No quería que finalmente nuestra relación se estropease si se lo hubiese dicho.
Me separé de ella limpiando sus lágrimas.
— Venga, no llores por favor. – No se por qué lo hice, volví a abrazarla, le susurré. – te llevo en mi corazón y cerca me tendrás.
Es el único secreto que me llevo conmigo al irme. Que estaba completamente enamorada de Ana Guerra.
Ella sin dejar de llorar me tendió un sobre, y se fue alejando hasta que vi como su silueta se perdía entre la gente.
Me rompía, justo ahora que no está.
Me giré a ver a mis chicas de nuevo, las tres lloraban como unas magdalenas.
— Venga que vas a perder el autobús. – Dijo Amaia entrecortando su voz.
Asentí, vi como el conductor abría la puerta y varias personas fueron entrando dentro del autobús, con una sonrisa y un 'os quiero' me despedí de ellas. Aunque me faltaba ahí Ana para decírselo, que la quería.