Capítulo 23

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Pasé saliva, tratando de ordenar las ideas en mi cabeza y aclarar mi garganta, abrí la puerta de golpe, él se dio la vuelta y me miró asustado, guardó silencio unos segundos, me dio una sonrisa fingida y siguió hablando.
– Tengo que irme hermanita– volvió a guardar silencio, supuse que estaba escuchando al interlocutor– aquí está Joel, yo le doy tus saludos, sí, él también te manda saludos, un beso y mañana hablamos– agregó y finalmente colgó– buenos días cariño – dijo dándome un beso pero yo moví la cabeza y me lo dio en la mejilla– era Carla, está de vacaciones en Nueva Jersey.
No le respondí nada, sólo asentí con la cabeza, ¿desde cuando Tom le llamaba princesa a su hermana?, por qué me sentí mal al escucharlo?, si me engañaba yo le estaba haciendo lo mismo, creo que al final lo que duele es el orgullo o quizás yo sólo era el que me seguía haciendo rollos extraños en la cabeza por el peso de la culpa, la pregunta era ¿qué sentía yo por Tom?, tenía que encontrar la forma de averiguarlo.

Tomé su cara con mis manos y lo miré a los ojos, se veía nervioso, trataba de esquivar mi mirada y entonces lo besé dulcemente, él titubeo, pero al final puso sus manos en mi cintura y yo corrí las mías hacia su cuello, terminó por abrazarme completamente y el beso se intensifico un poco, yo bajé mis manos a su espalda y de pronto, se escuchó un fuerte carraspeo que nos hizo romper el beso, pero permanecimos abrazados.

– Lamento la interrupción– dijo Christopher visiblemente molesto, con el ceño fruncido, recargado en la puerta con los brazos cruzados y los puños cerrados.
– No te preocupes Chris, lo dejaremos para después, ¿verdad amor?– respondió Tom sin soltarme y me dio un corto beso en los labios.
– Pueden aprovechar más tarde cuando Julieta y yo vayamos al supermercado– exclamó en tono sarcástico y pude notar como apretaba más los puños.
– Voy a preparar café– dije separándome de Tom y pude sentir la mirada asesina de Christopher aún cuando estaba de espaldas.
– Tom, ¿me puedes dar las llaves del Audi?, por favor, ya que tú fuiste el que lo guardó en el garaje.
– Claro, voy por ellas, las dejé en la habitación.
En cuanto Tom salió de la cocina, Christopher me sujetó fuertemente por el brazo y me hizo girarme para mirarlo.

– ¿Qué parte no te quedo clara de que no permitieras que te tocara?– recriminó furioso.
– Es mi novio, no puedo rechazarlo todo el tiempo.
– Eres mío Joel, sólo mío y si no quieres que le tumbe los dientes al imbécil ese, vas a buscarte un pretexto muy bueno para que ni siquiera te mire.
–Suéltame que me estás lastimando, no eres nadie para exigirme nada, recuerda que lo nuestro es sólo sexo sin compromiso, fue fácil conseguirlo y con esa misma facilidad puede acabarse.
– Estás muy equivocado si piensas que te voy a dejar ir con facilidad, me perteneces, no lo olvides.
– No soy un objeto Christopher, puedo tomar mis propias decisiones, no lo olvides tú.

Se escucharon los pasos fuertes de Tom y entonces me solté. No supe de donde saqué fuerzas para decirle eso, lo que había entre Christopher y yo no era sólo sexo, al menos no de mi parte, y debía reconocer que por un lado me sentía feliz por los celos de Christopher , aunque no sabía si los provocaban un sentimiento afectivo o sólo era su orgullo de hombre herido. Tom y Julieta entraron a la cocina, ella abrazó de nuevo muy efusiva a Christopher y sentí un dolor en el pecho, después me saludó a mí muy entusiasta como siempre, yo le sonreí, pero la tensión se sentía en el aire. Desayunamos ahí, casi en silencio, sólo Julieta y Tom hablaban de vez en cuando. En cuanto terminé, subí a mi habitación a cambiarme, me puse unos vaqueros y un suéter ligero. Tom subió después y me abrazó por detrás, pero me separé argumentando que no estábamos solos y que no era nuestra casa. Él aceptó sin recriminaciones, empezó a cambiarse de ropa y yo bajé. Escuché las risas de Julieta provenientes de la parte trasera de la casa, resoplé y caminé hacia allá, estaba jugando ping pong con Christopher, quien se puso serio al verme.
Minutos después llegó Tom y entonces Julieta propuso que jugáramos los cuatro. El juego empezó tranquilo, pero de repente, Christopher empezó a golpear la pelota demasiado fuerte mandándosela a Tom que le respondía de la misma manera, Julieta y yo nos quitamos al ver lo agresivo que se estaba poniendo el asunto. Christopher miraba con rabia a Tom y se notaba que tenía todas las intenciones de golpearlo con la pelota y si no hubiera sido porque Tom era muy hábil para regresársela, lo habría conseguido. Julieta me sugirió que entráramos a casa y no muy convencido lo hice ya que ella prácticamente me arrastró al interior, pero yo estaba sumamente nervioso por lo que pudiera pasar entre ellos si se quedaban solos. Ella encendió el televisor y empezó a cambiar de canal en canal hasta que encontró algo que le llamó la atención, era un partido de fútbol americano y gritó emocionada porque su equipo favorito estaba jugando. Más tarde entraron Christopher y Tom, y éste también se entusiasmó porque era gran aficionado de ese deporte, así que se sentó al lado de Julieta en el sillón.

– ¿A caso te gusta el fútbol americano? – preguntó sorprendido.
– Uy sí, desde niña, mi papá lo jugaba, aunque nunca estuvo en un equipo profesional.
– ¿Y a qué equipo le vas?
– A Chicago Blackhawks.
– ¿Bromeas?, yo también.
– Chócalas amigo– exclamó entusiasmada y le extendió la mano que Tom se la chocó – ojala que ganen, acaba de empezar el partido.
– Julieta, ya habíamos quedado en ir al supermercado– dijo Christopher serio.
– Pero baby, sabes que cuando los Balckhawks juegan el mundo desaparece para mí, vamos cuando termine, ¿sí?
– Y tú sabes que a mí eso me aburre.
– A Joey también– intervino Tom.
– Entonces ustedes, par de aburridos, vayan a hacer las compras mientras mi amigo Tommy y yo vemos el partido.
– Sí, es buena idea y de paso traen unas cervezas– agregó Tom.

Christopher me miró y entró a la cocina por las llaves del coche, que había dejado ahí cuando se las entrego Tom. Yo no estaba muy seguro de ir, lo que menos quería era que empezara con reproches otra vez, pero al ver que Julieta y Tom estaban ensimismados viendo el televisor y yo no encontrar otra cosa que hacer, decidí acompañar a Christopher, al fin que iríamos a un lugar lleno de gente. Caminé hacia el coche y Christopher me abrió la puerta para que subiera, él se dio la vuelta y entró también, sin decir nada, lo puso en marcha y la radio empezó a sonar.

– Perdóname, no debí tratarte así en la mañana– empezó a decir mientras la canción seguía sonando– pero, me enferma la idea de pensar que él te toque, sé que es tu novio y que yo sólo soy un extraño en tu vida, que ni siquiera nos conocemos bien– guardó silencio mientras le tocaba un semáforo en rojo– sólo no puedo procesar esa idea, lamento mucho haber perdido los estribos Joel, por favor, perdóname.
– No me gusta que me trates como un objeto, sé que nuestra... lo que sea que tengamos, empezó de forma extraña, pero eso no te da derecho a que me trates así.
– Lo sé, estoy muy arrepentido.
– Y después, ¿qué fue todo ese despliegue de hombría en el ping pong?
– Una forma muy infantil de... demostrar quién es el mejor.
– Eso no se demuestra así Christopher, no necesito un súper macho a mi lado.
– ¿Me perdonas?– preguntó con cara de arrepentimiento.
– Lo voy a pensar y ahora sí es en serio.
– ¿Qué tengo que hacer para que me perdones?
– Comportarte como el adulto que eres y pensar con la cabeza y no con el hígado.
– Lo intentaré.
– Cuando lo hagas, entonces hablamos.– dije firme y miré por fuera de la ventanilla.

Llegamos al supermercado y él se bajo a abrirme la puerta, me tendió su mano para que me apoyara, no pude negarme a su gesto y cuando salí del coche quedamos cerca mirándonos, pero yo desvié la vista y comencé a caminar sin esperar a que cerrara la puerta del coche. Después él me alcanzó y entramos al lugar. Tomó una canastilla y me guió por uno de los pasillos.

Tentación - Virgato 🔥 Primera Parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora