Mi nombre es Venus y tengo 18 años, un día desperté en un lugar que no reconocía, jamás había visto algo parecido. Estaba recostada sobre un árbol que tenía un color muy singular, era como ver múltiples galaxias con colores nunca antes vistos, el pasto sobre el que estaba era tan suave como el algodón, el cielo tenía un hermoso azul celeste y sus nubes de color rosa dibujaban diferentes formas. Me levanté muy rápido gracias a la curiosidad que me inspiró una silueta que se encontraba a lo lejos, tenia unas hermosas astas color dorado con un resplandor peculiar. Corrí hacia el lo más rápido que pude y al estar a pocos centímetros de ella, la criatura de disolvió en miles de mariposas.
El lugar en el que estaba era tan bello y raro a la vez, que no podía razonar, mi mente estaba en blanco, estaba en paz. Caminé asombrada por las diferentes criaturas que aparecían ante mí, eran tan perfectas e imperfectas al mismo tiempo. El venado fue el que más me llamó la atención, con sus doradas astas y su gran tamaño, era el más hermoso de todos. Me detuve y pensé que hacia ahí… traía puesto un vestido color amarillo girasol, mire mis pies y note que mi piel desprendía pequeños destellos. Levanté la vista y contemple como agua descendía del cielo convirtiéndose en un ser, un hombre… mis ojos amaron esa imagen. Comprendí que este ser era el bello venado que hace un momento había visto, esta vez convertido en hombre. Corrí hacia el y sin pensarlo lo abracé, caímos al pasto uno al lado del otro. Sus ojos, sus majestuosos ojos llenos de vida me observaban con atención… Sentí su suave mano en mi mejilla, estaba tan maravillada que solo pensé en besarlo, al parecer el también quería hacerlo, nos acercamos lentamente, sentía dragones revoloteando en mi estomago. Acostados sobre el pasto mirándonos y queriendo ser uno solo, sentí el roce de sus labios, cerré los ojos y…
Desperté, me encontraba en una habitación blanca, sentada en una silla insípida, mis ropas eran blancas, no entendía. Sentí que abrieron la puerta y que entraron dos personas, solo podía mirar sus rostros y en sus manos dos agujas con un líquido purpura, estaba muy aterrada, quería salir de ahí pero no podía porque estaba atada a la silla. Sentí como me forzaban y me aplicaba ese horrible líquido. Mis ojos estaban pesados…
¿Que está pasand…?
El hombre descubrió su rostro, con lastima me miro y me dijo:
Tranquila, si mejoras saldrás de aquí.
Cerré mis ojos y supe que estaba en un manicomio.