Capítulo veintiuno (21/32)

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   Se fue a acostar después de la veneración fue a hablar con los De la Sor, conoció a Isabel Aguirre y a Montserrat Aguirre; Isabel es la mujer del Señor de la Sor y Montserrat la sobrina que trabaja ahí de empleada, era la niña que les abrió la puerta la vez que fueron. Hicieron un trato con Matt, le prometieron si se quedaba y dirigía Luz Viva después de Alejandro se podían quedar los Bravo-Arriagada, los Cerda-Arriagada y los Ceballos; Matt le dieron a pensar hasta el viernes y los únicos que le podía decir era a los involucrados. Matt tenía que elegir, en el norte tenía amigos, a su padre, sus primos Martínez y Cabello, tenía mucha historia, pero… acá tenía a tres primos, a dos tías y a Julio.  Él estaba muy emocionado de Julio, si se iba no solo lo dejaría a él, sino que Julio también tendría que dejar su casa, sus amigos, todo, Matt prefirió la felicidad de Julio a la de él, total, podía ser feliz acá, el problema sería que su tía Sara no lo iba a querer en su casa. Menos si le decía lo que el Señor de la Sor le dijo, ella le diría que se fuera, que ella y su familia se iban con tal de que él se fuera, era obvio que Sara no lo quería ahí. Se durmió.

   Al despertar tenía vagas imágenes de sus sueños, no recordaba quiénes estuvieron en el, pero recuerda vanamente algo, tiene una sensación que algo pasó Luz Viva, quería estar solo. Se fue al lugar donde él y Julio representaron su amor en un acto comúnmente confundido con el sexo. Ese árbol frondoso que era el único testigo fue su refugio del mundo por un rato, tenía que decir adiós a su padre y a su mamá y a todo el que conociera en el norte, iba a extrañarlos, comenzó a llorar, se consoló pensando en que debía ir por última vez a buscar cosas de él… última vez, quizás su padre podría volver a Luz Viva junto a su mamá, ¿quién sabe?, pero no sería lo mismo. ¿Y si Julio no lo hubiera llevado, si él nunca hubiera ido a Luz Viva, si sus padres nunca lo hubieran hecho, quizás… no, probablemente todos estarían mejor sin él. Dejó de llorar rápido, se sentía mal, no quería que lo vieran así, pero se sentía por primera vez en su vida que era necesario estar triste. Comenzó a llover donde Matt estaba no se mojaba pero la lluvia aumentaba, debía irse, corrió a la casa, no llegaba ni abajo del cerro en el que estaba y ya estaba sucio entero y obviamente mojado, se apuró, no quería seguir mojándose, se cayó al piso fuertemente y se embarró. Al llegar a la casa su tía lo miró y no dijo nada.

   ― ¿Dónde dejo esta ropa?

   ― Déjala en el baño

   Matt se desvistió y se bañó, al salir iba tapado con una toalla. Al entrar a su pieza estaba ahí Julio, esperándolo quizás desde cuándo.

   ― ¿Qué haces aquí?

   ― Te vine a buscar pero no estabas

   ― ¿Desde cuándo estás acá?

   ―Hace rato. Tu tía no me dijo nada cuando llegué solo me abrió la puerta y se fue. Me vine a tu pieza a esperarte, ¿dónde estabas?

   ― En… ―inhaló― nuestro “árbol en las afueras de Luz Viva”

   ― ¿Por qué no me dijiste?

   ― Quería estar solo, solo un rato

   ― Bueno, pero no estés triste ―le dio un abrazo a Matt

Un abrazo no soluciona nada pero vaya que ayuda en el momento preciso. Cuando se separaron Julio notó que Matt lo había mojado, Julio miró el brazo derecho de Matt y notó sangre

   ― ¡Matt, estás sangrando!

Matt miró para todos lados de sí hasta notar las manchas de sangre en su toalla y su herida aún abierta, después de verla comenzó a dolerle.

   ― Tápatela con algo

   ― ¿Con qué?

Julio miró a su alrededor para ver qué servía, pero se acercó sin nada a Matt y le sacó la toalla

   ― Ya está sucia, ¿para qué ensuciar otra cosa?

Matt desnudo, reaccionó a taparse su sexo con ambas manos

   ― Quédate quieto

Julio presionó la herida con la toalla un buen rato, mientras tenían una conversación trivial en broma como si estar desnudo con una toalla en el brazo y un amigo viéndote fuera tan normal fuera de un prostíbulo o algo así; peor aún , con la puerta sin pestillo, Matt le puso pestillo. Julio sacó la toalla algo ensangrentada, qué bueno que era una pequeña herida porque ya no sangraba

   ― ¿Ves, Matt?, casi mueres desangrado

   Matt sonrió e hizo una risita nasal

   ― Pesa’o ― seguía tapando con ambas manos

   ―Matt, ya te vi bajo el árbol, no es necesario que te tapes

   ― Me voy a tapar igual

Julio se le acercó y lo tomó de la cadera

   ― Acostúmbrate a que te vea, va a llegar un momento en el que vamos a ser esposos y tendremos que acostumbrarnos a la presencia del otro

   ― ¿Cómo no querer estar contigo?

Julio y Matt se besaron y se detuvieron por un golpe que le dio una parte de Matt a Julio en el pantalón.   

   ― Cálmate, tranquilo, sé que soy irresistible ―se burló cariñosamente

   ― Es que eres irresistible ―lo besó, se posaron en la cama y con el mayor silencio que pudieron volver a  hacer lo que hicieron bajo El Árbol, solo que esta vez Julio ya sabía qué hacer y no tenía la incertidumbre de la vez anterior, esta vez lo hicieron sin dudar tanto pero siempre con amor.

El bosque prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora