Capítulo 40

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Rezo en silencio pidiéndole a Dios que por favor todo este mal trago que estamos viviendo quede en eso. En una pesadilla.
Agradezco de que mi marido se esté recuperando bien y dentro de pocos días será dado de alta. En estos momentos nos encontramos Matilde, Héctor y yo sentados en la sala de espera de urgencias donde se encuentran operando a Damián.

Todos nos miramos en un silencio glaciar.
Puedo llegar a imaginar, al igual que yo pienso en todo lo que en estos días tan angustiosos estamos viviendo, cada uno lo va procesando como mejor puede.

Horas después, un médico nos dice como ha ido la operación.
Después de algunos contratiempos, han podido estabilizar al paciente, afortunadamente Damián está bien.
Ahora sólo queda esperar para ver si no hay ninguna  contrariedad en su recuperación.
Los tres por fin podemos respirar aliviados sonriendo felices porque Damián siga vivo.

Vuelvo a la habilitación de Alois para contarle que su abuelo está bien.
Alois no dice nada, sus labios permanecen sellados y sus ojos miran hacia el techo.
Insisto en preguntarle si irá a ver a su abuelo. Lo que él sigue sin decir palabra alguna.

— Ve a casa a descansar Laura. Yo estoy bien. — Es lo único que me dice Alois después de permanecer unos largos minutos en silencio.
Lo miro un poco desconcertada, seguido, tomo asiento en un sillón cruzando mis dedos en mi regazo clavando mis ojos en él de manera que quiero hacerle entender que si quiere deshacerse de mí, lo va tener difícil.

— Laura, cariño, ve por esta noche a casa y descansa. Me preocupa verte con ojeras y te ves cansada. Por favor.

— No quiero dejarte solo. Además, quiero saber sobre el estado de tú abuelo.

— Mi amor, estamos en un hospital, tranquila que si hay algún contratiempo te avisarán. De echo, no se puede visitar al paciente mientras esté en cuidados intensivos.
Te lo ruego, ve y descansa. — Se notaba que Alois estaba más preocupado por mí que por el mismo. No estaba muy convencida de irme a casa, al final le hice caso y me marché a casa.

Nada más darme una ducha y cenar algo, me fui hacia mí habitación.
De pronto sentí un horrible dolor en mi pecho al recordar la primera vez que vine a "Liebe" y como los chicos a pesar de tener sus diferencias lograron volver a ser esos primos que siempre se quisieron.
Agarro una foto donde estamos Julen y yo. Sin poderlo remediar una lágrima resbala por mi mejilla.
Aunque haya pasado tiempo desde que falleció Julen, pienso que jamás superaré su despedida.
Alois ahora es mi marido y el hombre del cual estoy enamorada, si algo le hubiera pasado Alois, no estoy segura si hubiera podido soportar perder de nuevo a la persona que amo.

Con mis recuerdos y triste me hago un ovillo intentando dormir, me resulta difícil pegar el ojo en esta casa tan grande y tan vacía.
Llamo a Alba invitándola a que venga a dormir conmigo.
Agradezco que acepte venir.
Mientras Alba viene yo preparo unos cafés, por el tono de su voz deduzco que algo malo le está sucediendo a mi amiga.

Alba llega abatida, sus ojos están apagados y tras darme un abrazo rompe a llorar.

— Alba, ¿Qué es lo que te preocupa para que estés así tan llorona?

— Maldita sea Laura, mi vida es sin duda una auténtica mierda.
Para una vez que me gusta un hombre, tengo que dejarlo ir como si mi corazón no existe sentimientos, y encima mi hermana sigue creándome problemas junto a mi madre.
Raquel le queda poco para dar a luz y se niega a comprar cositas para su hija. Y encima mi madre no deja de sofocarme con sus gritos e insultos.
Me estoy volviendo loca Laura.

— Sigo sin entender porqué te niegas a decirle a Héctor que lo amas. Sé que él se irá a México, pero...si tú le confiesas lo que sientes estoy segura que Héctor te corresponderá.

QUERER, NO ES OBLIGARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora