Vacaciones de verano

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Nunca podré olvidar aquel verano, ni el olor que venía directo de la playa, el tacto de la arena metiéndose entre mis dedos y su pelo mojado completamente hacia atrás. El aroma, el gusto de un café helado, todo lo que llegó aquel verano a mi se quedó impregnado de su recuerdo. Clavado en mi memoria como una astilla que con los días se clavaba más y más, hasta asentarse en mi piel.

Jamás podría comprender lo rápido que pasaron esas semanas, solo porque estaba en ellas.

Todos los años, con la llegada del calor, mi familia y yo íbamos a una parcela de un pequeño pueblo costero. Aquel era nuestro remanso de paz por un tiempo, dependiendo del clima podría ser un mes o una semana. Aquella casa había sido de mis abuelos por muchos años, pero hacía bien poco que la habíamos heredado. No, no, mis abuelos están bien pero creyeron oportuno dejarnos vía libre para usarla a placer. Sobretodo desde que mis hermanos y yo ya no éramos unos niños, solían bromear.

Todos los años tenemos vecinos nuevos, la casa justo al lado era de alquiler así que sus propietarios originales sacaban un buen dinero al año por alquilarla a parejas de luna de miel o ancianos que desean pasar sus "últimos veranos" en primera línea de playa para poder fardar luego con las fotos. Por lo general aquella gente suele ser amable, no interaccionamos con ellos si no es 100% necesario. Sobre todo yo. Pero a veces es inevitable, te preguntan por los mejores lugares para cenar o simplemente si hay un supermercado cerca.

Aunque aquel año...

Yo pensaba que sería lo de siempre, la típica pareja, pero no. Me sorprendí cuando, a pocos días de haber llegado, despertamos con un coche tamaño familiar con un montón de maletas en la parte superior del mismo. Desde la ventana del comedor donde yo desayunaba se podía ver perfectamente el exterior, tenía una gran ventana. Fui incapaz de mantener mi curiosidad a raya. Cuando él bajó del coche, fue como ver una estrella fugaz. Su piel era tan blanca que brillaba a la luz del radiante sol, llevaba ropa que parecía recién salida de la tintorería y, además, iba cubierto de arriba a abajo. Estaba claro que venía de la ciudad, nuestros aspectos eran distintos. Yo tenía ya un ligero bronceado de los días anteriores, me había negado a ponerme una camiseta nada más llegar a la casa y las chanclas siempre se volvían mis mejores amigas. Sin embargo, él, parecía no haber visto la playa o ningún lugar soleado en su vida. Solo las gafas de sol le daban ese toque veraniego.

Me encantaría saber qué se le pasó la cabeza cuando llamé a su puerta, incitado por mis padres a "hacer amigos de mi edad" ni siquiera creía que tuviéramos la misma edad solo.. lo parecía de lejos.

— Buenos días.

Por suerte fue él quien me abrió aunque al verme miró al interior de la casa, como si buscase a su consejero particular para que le dijera cómo debía comportarse cuando un completo desconocido llama a tu puerta.

— Hola

Acabó por responderme y menos mal, porque era muy incomodo estar plantado frente a él sin más.

— ¿Eres nuevo aquí? Supongo que sí porque no te había visto otros veranos y esta casa suele alquilarse. Lo que quiero decir es si... Te gustaría que te enseñará un poco esto, no suele haber gente joven por aquí. Como nosotros.

Buscaba un pequeño hueco por donde entrar, un tema de conversación, era complicado cuando no sabes absolutamente nada de la otra persona pero no es algo imposible. Espere una respuesta que vino únicamente con un pequeño asentimiento de la cabeza del contrario.

Ahora podía verlo bien. Era bastante alto, sin las gafas de sol lucía un azul luminoso y tenía unos pómulos perfectos. Lo recuerdo demasiado bien, la imagen de su rostro, todo ese verano, está clavada en mi memoria y no parece querer desvanecerse en ningún momento.

Summer Days; Brallon AU - One ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora