Hacia tiempo que mi mujer y yo discutíamos, sobre los agujeros de la paredes. Vivimos en una zona del país donde es normal que el suelo se sacuda de vez en cuando. Así que constantemente estamos reparando la casa. Pero cabe destacar, que si fuera por mi todo quedaría así. No tenemos hijos y ambos vivimos solos. No tenemos visitas hace años. Así que la simple y mera razón de porque arreglo las rajaduras y los hoyos en las paredes, es Marga, mi mujer.
En el dormitorio había un par de grietas, pero solo eran pequeñas lineas que bajaban desde el techo hasta la mitad de la pared. Nada que un buen albañil como yo, no pudiera reparar. Pero la del comedor era bastante notoria. No era como la otra, sino que se ensanchaba y se transformaba repentinamente de una grieta, a un agujero en medio de la pared. La ventaja era que el agujero se formo detrás de un antiguo retrato de la abuela de mi mujer. Lo suficientemente escondido para que las personas que nos visitaran (si es que alguna vez lo hicieran) no lo descubrirían. Pero era lo suficientemente notorio para mi esposa, así que yo tenia que trabajar en casa.
Lo descubrimos mientras nos encontrábamos tomando unos mates en el comedor. Marga alzo la vista y vio retrato de su abuela. Estaba colgado en la parte superior de la pared, lo suficientemente alto como para tener que subirme a la escalera. La grieta llegaba hasta el cuadro y luego se escondía detrás de el. Así que sin mas, me dijo que me fijara en ello.
Tome la escalera del garaje, la arrastre hasta el comedor y subí tres escalones, hasta el retrato de Doña Elisa. Lo descolgué y ahí estaba, un hoyo en la pared. Tenia el diámetro de una pelotita de Ping Pong. Se podía ver el otro lado, el pasillo que comunica el comedor con las habitaciones. Al parecer había sido bastante fuerte el temblor como para agujerear la pared de lado a lado. Me quede un rato observando. Y pensando, hace cuando tiempo que este hoyo estaba ahí ¿Por que no lo vimos antes?
Seme ocurrió ver del otro lado de la pared, en el pasillo. Y aquí estaba lo extraño. No había hueco. La pared estaba sana. Con un par de pequeñas grietas y orificios, pero sin ningún daño importante. No tenia sentido, porque desde le otro, se veía perfectamente este. O eso pensaba. Volví al comedor, subí las escaleras y metí (instintivamente) mi dedo en el. Sentía las texturas del ladrillo, estaba frío y húmedo. Pensé que podría sacar el dedo por el otro lado. Pero antes de eso sentí algo extraño, sentí una obstrucción. Era como si hubiera algo, un pedazo de tierra o madera impidiera el paso. Saque mi mano rápidamente, apoye mi cara en la pared y con un ojo observe el interior. Nuevamente podía ver el otro lado, como imaginaba. No había nada a simple vista que pudiera obstruir mi dedo. Así que nuevamente lo introduje en la pared. Y otra vez algo impedía que pudiera traspasarlo. Use mi dedo para indagar y empece a sentir. Lo que fuera que estuviera ahí, estaba mas caliente que el resto del orificio. Sentía, que había piel; había una uña. Definitivamente lo que sentía, era otro dedo.
Casi fracturo el mío cuando lo saque. Y nuevamente, tenia la cara en el hoyo. No había nada. Ni dedo, ni mano. Solo el pasillo del otro lado. El cual no debería verse. Decidí meter algo que no sea mi cuerpo, para saber que tan profundo era el hueco. Traje mi caja de herramientas y saque un destornillador mediano. Lo metí y le dije a Marga que estaba sosteniendo la escalera. Que se fijara si salía la punta del otro flanco de la pared. Pero jamas salió, no tenia por donde hacerlo de ese lado. Pero de este, el destornillador entro tanto que casi meto el mango entero. Todo esto era raro. Lo suficiente como sacar de la caja de herramientas un destornillador mas largo.
Aun así, el largo del nuevo destornillador no basto. La pared era lo suficientemente angosta como para que esta herramienta la traspasara. Baje de la escalera y junto con mi mujer fuimos a verificar el otro lado. Pero no había, ni destornillador, ni orificio. Por momentos pensamos, que el hueco estaba en otro lugar que no habíamos visto. Sin embargo, solo había dos lados en esa pared.
Fuimos por una aguja de tejer lo bastante larga como para atravesar tres paredes como esta simultáneamente. Pero el hoyo fue lo suficientemente hondo como para perderla por completo en su interior. Literalmente perdimos la aguja. Esto no tenia lógica. Algo estaba saliendo mal. Nosotros claramente podíamos ver de un lado al otro de los ladrillos.
Luego de un rato probando cosas. Marga me sostenía la escalera desde abajo, mientras tanto yo intentaba pasar un cable de tres metros por el pequeño orificio. Para saber si salía por algún sitio. Pase el primer metro y luego pasaron dos metros mas, pero cuando fuimos a verificar el otro lado, no había nada.
Después de un par de minutos, mientras mi mujer todavía sostenía la escalera para que yo no cayera, cuando retiraba los metros de cable que había pasado. Se le ocurrió una idea. Era bastante buena. Ella revisaría, cada una de las grietas y pequeños orificios de la pared del pasillo. Uno por uno, hasta encontrar el que correspondía al hoyo que tantos problemas nos causaba. Entretanto yo estaría de este lado, esperando ver a Marga.
Así que instantáneamente luego de escuchar la idea, tire el cable al piso. Ya estaba tan agobiado por esto, que ni siquiera vi la cara de Marga cuando cayeron los cables. Coloque mi ojo en el orificio y espere que el ojo de Marga apareciera del otro lado. Espere un momento y finalmente apareció el ojo de mi mujer. Se veía bastante cerca, aun no concordaba con la profundidad que me habían marcado las otras cosas. Eufóricamente le grite que había encontrado el hueco correcto. Me tambalee sobre la escalera. Lo que desconcertadamente conllevo a que mi mujer, me gritara. Eso hizo que viera horrorosamente hacia abajo. No podía creerlo. Aun sostenía la escalera. Mi mujer aun estaba, de este lado de la pared.