A/N: Este capítulo es el doble de largo que los anteriores. ¿La razón? Cuando escribo escenas explícitas como ésta, procuro fijarme en los detalles y en la evolución de cada etapa. Va subiendo el tono de los capítulos, para que lo tomen en cuenta. Gracias por sus votos y sus comentarios, que me animaron a subir capítulo hoy. Espero que lo disfruten y me cuenten qué opinan.
A la noche siguiente del encuentro en la oficina, Louis no podía dormir. Su propia cama, la misma que le había dado refugio y descanso del infierno de afuera, se había vuelto dura y fría. No pegaba un ojo. Intentar dar vueltas sobre el colchón hasta fastidiarse, pero el sueño se rehusaba a llegar. Rindiéndose, se quedó boca arriba, mirando el techo, sin concentrarse. Todo cuanto imaginaba se trataba de ella.
Todo en lo que pudo pensar fue Clementine, distraído por los pensamientos absurdos que no tardaron en aparecer, como el querer regresar el tiempo para no habérsele quedado viendo como un bobo. Para haberse acercado en el arrojo y decirle que era la belleza en persona, besarle cada centímetro de piel, descubrir con sus manos lo que aún no hallaban sus ojos, tocarla...
Gruñendo, Louis se puso boca abajo, hundiendo la cara en la almohada y presionando su pelvis contra el colchón. Estaba duro.
Optó por deshacerse del problema en su ropa interior de la manera más rápida. No era la primera vez que se masturbaba, pero lo había hecho por mero impulso físico, porque su cuerpo se lo pedía. Esto era distinto; si sentía la imperiosa necesidad de tocarse, era por ella.
Sumergiendo los dedos en sus bóxers, envolvió cuidadosamente su mano alrededor de la longitud semidura, bombeando varias veces antes de sumergirse en su fantasía. Gruñidos silenciosos escaparon de sus labios mientras acariciaba a tirones su sexo, imaginando que se trataba de la joven que había besado junto piano, de su mano, de sus dedos, o mejor aún... Louis sonrió cuando imaginó cuán maravilloso se sentiría estar dentro de ella, embestirla lento al principio, haciéndola gemir su nombre y pedir más. Si ella lo dejaba tocarla, sería el mejor de los amantes. Lo juraba.
Se fue acariciando hacia arriba y hacia abajo, casi sin ejercer presión, descubriendo qué ritmo le apetecía. Sólo provocó que su miembro se volviera más duro, más caliente. Nunca tocarse había sido más gratificante. No estaba en su memoria el agotar así una emoción, y tuvo que recordarse a sí mismo que se suponía que tenía que solucionarlo, no disfrutarlo. Pero al mismo tiempo era crimen privarse de aquello. Tantos peligros, tantas amenazas pudiendo matarlos a todos, que parecía justo escudarse con placer. Una esfera silenciosa lo salvaguardaba.
Louis hizo su agarre más vigoroso, empleando un poco menos de la fuerza que utilizaba para sostener a Chairles, y luego fue apretando más gradualmente, a medida que su cuerpo se lo pedía. Los dientes se clavaron en su labio inferior, inmerso en lo que habría pasado en la oficina de no haberse detenido. Las oleadas más potentes de placer empezaron a llegar furiosas, arrojando su cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados.
La imaginó con sus labios dejando huellas difusas a lo largo de su cuello desnudo, deambulando con sus manos hacia zonas más íntimas, susurrando afanes pecaminosos a su oído, las puntas de sus dedos rozando su falo.
Apenas consciente de su propósito o entorno, Louis se perdió a sí mismo con su propio toque y disminuyó el ritmo, respirando más pesadamente. El mundo fue olvidado en toda su embriaguez, ahogándose en las sensaciones celestiales de cada golpe lánguido y acalorado.
Ella reía seductora, abandonando el cuello para aventurarse en los vértices de su abdomen. Los deliciosos agasajos lo animaban a levantar sus caderas, y ella besaba a todas partes menos su sexo, y eso lo volvía loco.
Ahora estaba sudando, el ritmo se aceleró, y un gemido extraño y prolongado escapó de su garganta. Sus cejas se fruncieron mientras palpitaba en su puño, pulsando con la constante acumulación de deleite en su abdomen.
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The best kind of trouble [ClementineXLouis]
FanfictionLouis guardaba un secreto. Una sensación desconocida. Algo parecido a lo que había sentido cuando se había besado con Clementine por primera vez, pero multiplicado por cien. No tenía a nadie que le explicara que se trataba de ese deseo que normalmen...