Después de un fin de semana de locura con mis amigas, en el que tomé un "poquito" de más y aún hoy, sigo pagando las consecuencias. Tengo que volver al trabajo y la rutina. Cosa que agradezco, es lo que me mantiene viva y cuerda, imagínense como sería si no...
Llego a mi trabajo como siempre, con mi taza térmica llena de café bien cargado, aunque hoy está mucho más cargado que de costumbre, diría que está a un paso de ser petróleo. Mi resaca me lo pedía a gritos...
Camino por los pasillos como si me hubiesen hecho una brocheta con un palo de escoba. El que esté totalmente arruinada por los descontroles del fin de semana, no quiere decir que se lo vaya a dejar ver a los demás...
Voy impecablemente vestida con una camisa sin mangas de broderí blanco entallada, jean elastizado celeste claro y zapatos de taco aguja altísimos color negro y cartera haciendo juego, colgando de mi antebrazo y obviamente mis anteojos de sol, son muy útiles para disimular... Todo está perfectamente elegido para que resalte mi cuerpo.
Que tengo que decir, aunque suene feo, estoy muy buena... Un metro setenta y cinco de carne de exportación, como diría Gaby. Me dejé mi pelo rubio oscuro suelto, que no es de lo más cómodo a la hora de trabajar, ya que me llega a la cintura, pero llegado el caso me lo recojo en un rodete y listo. No suelo maquillarme mucho, solo delineador negro y máscara para las pestañas tanto como para resaltar mis ojos pardos.
Otra característica mía cuando estoy en el trabajo, es que yo no saludo, le gruño a cada una de las personas con la que me cruzo, todo sea para que no crean que me interesa que me cuenten lo que hicieron durante el fin de semana y se me pongan a hablar. Aparte tengo que mantener una imagen, la más perra de la empresa...
Llego a mi oficina y dejo todas mis cosas, cuando me estoy por sentar para tomar mi merecido café, suena el teléfono interno.
—Me cag... Ya veo que hoy no me van a dejar en paz... —protesto y luego levanto el teléfono:
—Si... —ladro.
—Hola Mara, buen día. Carolina quiere hablar con vos en su oficina.
—Bueno, ya voy. —le contesto a Mariela, la secretaria de mi jefa, muy seca como de costumbre... Esta chica se merece un aumento de sueldo por bancarme, sé que más de una vez me apuñalaría, pero ella nunca me miró mal siquiera. Ella es a una de las pocas personas que la tendría que tratar mejor pero no puedo permitir que se corra la bola de que estoy más floja...
Carolina es mi jefa, es la única que me rompe las pelotas y que la dejo... Así que agarro mi taza térmica y me voy rumbo a su oficina a ver qué es lo que quiere. En el camino me encuentro a parte de mi equipo que se encuentra, como siempre, "rascándose" en los pasillos, seguramente hablando mal de mí. No es que me persiga, lo pienso ya que cuando me ven, todos ponen cara de circunstancia y se callan la boca. Así que cuando les paso por al lado les digo:
—Cuando se cansen de boludiar, espérenme en mi oficina así coordinamos el trabajo de hoy.
—Si Mara, ahora vamos... —me dicen casi al unisón.
Sigo por los pasillos taconeando hasta llegar a la puerta de la oficina de Carolina, golpeo y espero que me conteste:
—Adelante...
—Hola, me dijo Mariela que querías hablar conmigo... —le digo asomando la cabeza. Con ella no me hago mucho la loca, solo por una cuestión de cargo.
—Sí, pasá Mara.
Carolina se encuentra sentada en su escritorio, como siempre perfectamente vestida y su cabello rojo recogido en un rodete desordenado. Frente a ella se encuentra un hombre de cabello muy cortito rubio, trajeado muy formal. Nunca lo había visto. Entro y cierro la puerta detrás de mí.
ESTÁS LEYENDO
Tal para cual... (Ya está en físico)
Romance-"Todos dicen que soy una perra desalmada, inclusive así me llaman en el trabajo, pero no es así. Yo simplemente no quiero que ninguno de todos estos perdedores piensen que quiero tener amigos acá...- -Disculpa que te interrumpa, pero sos una perr...