Ana
— ¿Si lo escuchas, cierto? — Decidí fastidiar a Diego cuando estuviéramos bien lejos de la ciudad, ya instalados en una cabaña a las afuera de un pequeño pueblo —
— Tú le tocas una uña al niño y te juro que...
— Sin amenazas Diego — le interrumpí — debo recordarte que eres tú, el que lleva todas las de perder
— Ana qué quieres, él es inocente de todo esto — imploraba en su voz que no le hiciera daño a su pequeñito bebé, es divertido ¿ahora quién manda?
— Qué que quiero — me quedé en silencio por unos segundos — no he pensado en eso aún — vacilé —
— ¡Regrésame a Daniel y te doy lo que quieras, sin policías, sin trampas!
— ¿Crees que no sé qué ya pusieron la denuncia y cerraron todas las salidas de la ciudad? — Repliqué — No quieras verme la cara de imbécil Diego, te recuerdo que tu niño depende únicamente de mí en este momento — dije furiosa y colgué —
¡Maldito estúpido! — Lancé el celular contra la pared, el bebé comenzó a llorar más fuerte — ¡CÁLLATE MALDITO CHAMACO!
Andrea — llamé a la sirvienta quién entró rápidamente — dale de comer, haz que se callé.
No soporto ese pequeño llanto, es tan irritante.
Beto empezó a llamar nuevamente, tenía 112 llamadas perdidas de él.
Pobre iluso, creyó que nueves meses en ese psiquiátrico iban hacer que mi odio cesará contra Alina y Diego.Diego
— ¿Cómo que no podemos rastrear su teléfono? ¿Qué clase de tecnología usan?
— La llamada duró cincuenta segundos Diego, para poder rastrear un número telefónico debe existir un mínimo un minuto — explicaba el policía —
¡Maldición! — pensé, me sentía tan impotente —
Intenté llamar a Ana en varias ocasiones y no me cansaré hasta que me responda. No esperaré a que mi hijo le suceda algo para que la policía actúe con rapidez.
— Ana, Ana no vayas a colgarme — pedí —
— ¡Vaya! Diego Rodríguez rogando por la vida de su hijo, pero que tierno — se burlaba —
— Ana regrésame al niño por favor, veámonos en algún lugar, te daré lo que me pidas, sin policías, solo tú y yo...
— Ese «tú y yo» es el que debimos haber tenido nosotros Diego — sollozos — pero la decidiste a ella...
— Ana, Daniel no tiene nada que ver con eso ¡dejémoslo en el pasado por favor!
— Pero claro que tienen que ver, Diego — decía decidida — quiero que lleves a Alina al viejo muelle de Santo Belén a las 6:00 pm
¿Santo Belén? Eso es un pueblo abandonado a kilómetros de la ciudad. Maldita sea la hora en la que conocí a esta mujer
— ¿Hay trato o no hay trato? — Replicó — porque por mí no hay problema en enviarte a tu hijo en una bolsa
Sus palabras eran como flechas llenas de veneno, sabía dónde golpearme.
— Sí... — susurré aceptando sus condiciones —
— Yo no estoy jugando Diego, apenas vea algo que no me parece, tú niño se muere. Te estaré vigilando.
— Sin trampas — le respondí — soy un hombre de palabra.
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El Tiempo Después De Ti ®
Romance¿Qué sucede cuando pierdes lo que más quiere en la vida? O ¿Cuando lo que más quisiste en un tiempo regresa? ¿Cómo podemos volver a ser felices cuando la dicha se vuelve desgracia?