Dedicado a AcidRain9 , AkiraTetsuya97 y a shiroeda.
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El tremendo portazo, venido de alguna parte del piso de arriba, sobresaltó al rubio que se encontraba ayudando a Cosette en la cocina. Le pidió un momento a la hermosa joven y subió, encontrándose en el camino a Yonji que salía de la habitación de Ichiji con una expresión harta confundida.
-¿Le pasó algo a Ichiji? -le preguntó al peliverde. Este lo miró durante varios segundos, antes de suspirar.
-Me han dicho que no le diga nada a nadie -respondió, antes de mirar a la puerta a sus espaldas-, pero que les den. Según ellos tú no eres nadie, así que... -añadió acercándose al rubio y, cogiéndolo del brazo, tiró de él hacia el caos que el cuarto hijo Vinsmoke tenía por dormitorio: pósters de AC/DC, Metallica, Gun N' Roses y Nirvana embadurnaban las paredes, había pesas, toallas y ropa sucia desperdigadas por el suelo de mármol; la cama, de arrugadas sábanas verde eucalipto, parecía el sitio más higiénico y allí fue a sentarse Sanji mientras su hermano pequeño cogía una silla de madera oscura, le quitaba alguna que otra prenda que estuviera apoyada en ella y la colocaba frente al rubio, quedando ambos Vinsmoke cara a cara.
-Mira, Sanji. No te traje aquí solo por el hecho de que quieres saber qué le pasó a Ichi, sino porque también no quiero que establezcas ningún tipo de contacto ni con él ni con Niji -explicó el peliverde, con una expresión seria y adulta que poco parecía tener que ver con lo bromista, sarcástico y arrogante que era el resto del tiempo-.Tal y como están las cosas, no sabemos cómo podrían reaccionar contigo.
Sanji asintió con firmeza y con la misma seriedad que portaba su hermano menor. Y, como si ese asentimiento hubiera sido la clave para romper aquel tenso ambiente, el fino rictus que formaba la boca del cuarto hijo Vinsmoke se convirtió en una mueca de total desagrado y enfado, mientras el peliverde cerraba los ojos. El rubio la conocía lo suficientemente bien como para distinguirla; era la misma expresión de furia a medias reprimida que el mismísimo peliverde le dedicaba cuando ambos solo eran unos críos y sus tres hermanos lo acorralaban en alguna parte de la enorme mansión que constituía su "hogar".
Pero, por primera vez en todo el tiempo que convivió con ellos, Sanji podía decir con seguridad que aquella furibunda mueca no iba dirigida a su persona, al igual que el venenoso fuego azul que ardía con intensidad en la mirada de su hermanito cuando este abrió los ojos.
Entonces, Yonji, recargándose de forma perezosa en la silla, que crujía bajo el peso del más alto de los hermanos Vinsmoke, contó al rubio todo lo que había sucedido, hacia pocas horas, en la casa de Charlotte Katakuri................
Ichiji echó hacia atrás la mano, tras bajarse de la cintura del mayor, y la impactó contra la mejilla del contrario, creando un estremecedor sonido y una vibración casi dolorosa en la pequeña palma del pelirrojo. Sus ojos escocían por las lágrimas de frustración y vergüenza que se acumulaban, pero no permitió que se derramara ni una.
El de pelo granate, por su parte, había visto venir el golpe, pero se dejó golpear. No porque sintiera que se lo merecía -que tal vez sí -, sino porque prefería aquel suave escozor de la bofetada, a las venenosas palabras que sabía que el Vinsmoke podía soltar por su viperina lengua.
-¿"Engañarlos siempre ha sido y será coser y cantar"? -repitió Ichiji las palabras de la matriarca Charlotte, pero con un tono frío y despreciativo-. ¿De verdad? No me engañaré diciendo que no me intuía que algo os traíais entre manos, tanto tú como tu madre, pero... esto... esto escapa del límite de mi imaginación y de mi aguante -gruñó como añadidura, antes de apartarse del alcance del más grande-. Ahora ya puedes ir a tu madre y contarle que vuestro mierda de plan se ha visto truncado, por hablar demasiado pronto y en el peor momento. Yo me largo de aquí -se despidió de forma seca, encaminándose hacia la puerta. Le importaba una mierda los fotógrafos y periodistas que pudiera haber fuera, él solo quería volver a casa, con sus hermanos, y desprenderse de la vergüenza que le producía el haberse dejado seducir por el complejo enigma que Katakuri representaba.
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Don't Touch Me
FanficEl silencio impuesto entre ambos era único e inigualable. A pesar de lo mucho que tenían que contarse, ninguno de los dos hablaba; dejaban que el reloj parloteara con su «tic, tac» hueco, mientras cruzaban miradas, uno en cada punta de la habitación...