❝Prólogo❞

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Parecíera que cada vez era más difícil contral la salida de sus lágrimas al exterior. Para ser tan solo un chico de ocho años, había vivido lo suficiente tanto en carne propia como en lo más profundo de su alma para darse cuenta que era diferente de los demás chicos, él no reía, y ya, por el pasar de los años, ni siquiera recordaba que era jugar en el jardín de su casa.

Sentado en un rincón del frío hogar, en una abandonada habitación cubierta de una fragancia de lavanda, estaba abrazando lo que recordaba era la manta con la cual su madre siempre andaba.

—Me gustaría dársela.

Fue lo único que dijo ese día, lo cual era un milagro, el chico no había dicho absolutamente nada desde que tenía seis años, cuando vió como su madre trataba a toda costa de defenderlo de los golpes de su padre, acabando finalmente la escena con ella en el hospital, y sin posibilidades de él ir a visitarla, su padre no le permitiría tal cosa. Ahora, sin una figura maternal, estaba destinado a sólo ver cada día a los niños sujetando fuertemente las delicadas manos de sus madres.

Ahora sólo quería dormir, quizás dormir en la solitaria cama de su madre le ayudaría a soñar con ella, decirle que era su culpa por ser tan débil, abrazarla, llorar en su regazo, y con un poco de suerte poder algún día decirle eso en la vida real.

En la noche su hermana mayor pudo encontrarlo durmiendo, acostado mientras abrazaba esa suave manta, la cual aún tenía impregnada el aroma suave de la madre.


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⏰ Última actualización: Oct 27, 2018 ⏰

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