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Miró por la ventana una última vez antes de cerrar la cortina por completo.
Una vez instalada en la habitación, se despojó poco a poco de las prendas prestadas. La señora Brawn siempre insistía con la presencia de una doncella, pero Babel no lo creía innecesario. Toda su vida ella siempre se había ocupado de sí misma, y en cierto tiempo de su madre convaleciente. Sentía extraño cuando alguien hacía las cosas por ella y más aún permitir que alguien la despojara de su vestido como si fuera una invalida. Lo que la llevó a pensar que la clase aristocrática era atenída y mimada. Sin embargo eso no los hacia malos, de ninguna manera, pero sí....inútiles.
Se metió en la cama. Pero no se durmió de inmediato. Miró el techo por un largo tiempo ladeó la cabeza para asomar su mirada por el exterior de la ventana, se aventuró en la vista que ofrecía, nada maravillosa, el obscuro cielo y la luz de la luna reflectante en el suelo era algo que ya conocía, seguía siendo la tierra no había viajado a un mundo paralelo o de criaturas monstruosas, se dijo que era demasiado imaginativo tan siquiera pensar en ello; sin embargo, ya viajó 200 años en el pasado eso ya era bastante que decir y almenos que estuviera loca pensar en un mundo con criaturas monstruosas ya no era tan absurdo.
Aún con un insomnio repentino desatado por el delirio en su cabeza al meditar sobre la noche. Era un remolino en la cama, estaba muy inquieta e incomoda.
El recuerdo del duque rozando su mano la invadió cuando acercó la vela para pagarla con su aliento. Y dedujo en un momento por sus imprevistas palabras la identidad de la segunda persona en el despacho, tenía que ser él no encontraba otra explicación a sus insólitas palabras, sin mencionar que había encontrado el guante, él la descubrió, aunque lo negó todo, vió en sus ojos la seguridad de sus afirmaciones, no logró convencerlo.
¿Acaso estaba en peligro?
Quizás sólo eran conclusiones exageradas de su parte. Ellos no dieron información certera de absolutamente nada. Además el duque partiría a la salida del sol, no tenía porque alterarse sin razón. Pero cabía la posibilidad de que advirtiera al señor Philips de su hallazgo. ¿Pero qué le podían hacer?
No se arriesgó a indagar más en los recuerdos de aquella conversación llevada en el despacho, temía descubrir algo que le refutase todas sus objeciones respecto al tema.
- Ya Babel, duérmete - Dijo para sí misma llevándose las manos al rostro.
Optó por dejar el tema de lado, decidió que le daba mas importancia de la requerida. Cerró los ojos en un intento de dormir, hastá que escuchó que tocaban a su puerta, no llevaba la hora pero sabía que era tarde.
- Adelante - Gruño con fastidio pues ya estaba consumando el sueño.
Pero la puerta no se abrió, en cambio el llamado se repitió estaba vez con un golpe mas seco y cada vez con más intensidad. Sus ojos se abrieron enfocando de inmediato la puerta, que ahora temblaba por la fuerza infringida en ella.
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En la edad del tiempo ©
RomanceBabel Esparza es una joven curiosa e impetuosa chica de 19 años que cursa apenas su primer año de nivel superior, vive en Inglaterra con su hermana mayor Hasta que un día le ocurre lo más inesperado, que la obliga a correr a un refugio el cual enc...