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゚. * ・ 。゚are there somewhere outside?

las noches pasan, una tras otra, como las piezas de domino que su padrastro amaba

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las noches pasan, una tras otra, como las piezas de domino que su padrastro amaba.

él sigue ahí, haciendo vapor para opacar el cristal de la ventana para escribir el mismo nombre una y otra vez.

suspira y la primera lágrima baja por su suave mejilla.

¿qué demonios está haciendo?

¿por qué sigue esperando que las personas que amo regresen?

¿por qué no puede seguir adelante?

siente como una canica sube de la boca de su estómago a su garganta, pero crece cada vez más hasta convertirse en una pelota de tenis que él no puede ignorar.

lleva sus pequeñas manos a su pecho y gime de dolor cerrando los ojos, unas cuántas lágrimas bajan por su rostro y los temblores empiezan.

siempre empiezan.

nunca terminan.

por favor, por favor... —chilla con su voz aguda en un susurro, no sabe a quién se lo pide realmente.

pero por favor que alguien le quité el dolor que lo asfixia, que no lo deja respirar, que no lo deja sonreír.

que alguien le saque del pecho el corazón porque los pedazos se siguen enterrando en su pecho, y no hay sangre pero está herido.

¿puede alguien escuchar sus susurros?

¿los gritos que mueren en su pecho?

¿pueden ver las lágrimas que brillan bajo la luz de la luna?

¿puede alguien ayudar al indefenso chico de veintitrés años que ha perdido demasiado?

tanto que no sabe si tiene algo aún.

por favor... —ruega a la luna, sus ojos azules no tienen su propio brillo, sus manos temblorosas se aferran a su camiseta.

ruega, ruega y ruega.

pero el dolor no se va, sólo aumenta todos los días, cuanto más pide algo a lo que aferrarse más ganas tiene de soltarse.

e irse.

como un pétalo en la brisa de verano.

a alcanzar a su madre, la risa de su padrastro, el llanto de su bebé, los labios del chico que amó, los cariños de sus abuelos, las manos de su hermana mayor.

alcanzar a todos los que le dejaron.

porque está roto.

y ha intentado tanto tiempo de fingir que no es así, pero no puede, ya no, la sonrisa ni siquiera llega a mueca.

happy end » h&lDonde viven las historias. Descúbrelo ahora