Están aquí, son los Otros

17 0 0
                                    

Desde hace años una historia se repetía. Parecía un bucle sin final pero con distintos protagonista, y ahora son los Siete. Años atrás unos grupos se enfrentaron a lo mismo, solo unos pocos detalles cambiaban, y nunca lograban escapar ilesos. Muchos se rindieron, dejándose llevar por los Otros, las cabañas caían, se destrozaban. Esta historia era contada desde que los Siete eran muy pequeños, pero pensaban que nunca la vivirían. Toca madera, todo comienza en Halloween, nunca termina.

Años después. Un paso, otro más. Cada uno los hacía sobresaltar en medio de la oscuridad. Se escuchaba como otras criaturas estaban  junto a ellos. Sentían que los observaban, como un cazador a su presa. Tenían miedo, caminaban intentando escapar. ¿Qué sucede? Ninguno sabía con certeza, parecía un juego: Ellos avanzaban, Otro los perseguía. El Otro es ahora desconocido.

Sentirse acechado, ¿Saben lo horrible que es? Ellos sí, siempre que los chicos, los Siete, dan un paso fuera de su cabaña, el cual es su actual hogar, es lo primero que sienten. Una presión inigualable, es eso, y siempre es la misma criatura, o muchas, lo que lo genera. La libertad de los chicos se ve completamente eliminada, cualquier acción los puede condenar a su final. Esa es la vida que lleva “B” .

Seguían andando, intentando llegar a su hogar. Todos miraban hacia los lados. El bosque se llama “Seúl”, uno de los hábitats naturales de los Otros, sobra decir esto pues viven en casi todo el mundo. Esta criatura es muy peligrosa, suele estar siguiendo a estos chicos. Por cualquier acción de ellos, los Otros los pueden llevar a un gran sufrimiento. Esa es la vida que lleva “T”.

El final del camino llegó, o eso pensaban. El tiempo pasaba lento por la poca diferencia que hay en todo el camino. No eran más  que los mismos arboles. La luz cálida de su hogar estaba cerca, al fin la lograron notar. Los Siete sonrieron, en todos sus corazones un calor se embargó, pero unas manos los sujetaron abruptamente, ya no podían dar un paso más. A su alrededor se reunieron formas humanoides, pero su rostro no se notaba. Eran como sombras que llenaba a los chicos de un triste sentimiento, de odio a sí mismo, de asco, de repulsión, al verlos. Nada bueno estaba pasando. Esa es la vida que lleva “S”.

Los estaban acabando lentamente. La garras se enterraban en sus brazos y tobillos, su mente se llenaba de los murmullos, de mensajes hirientes. Todo lo hacían los Otros. Querían acabar con la existencia de los Siete, ese era uno de sus propósitos, ¿el otro? hacerlos sufrir. Los seguían hiriendo. Unos de los Siete gritaban de dolor, otros solo lloraban y otros se quedaban en silencio, soportando el dolor e intentando darle fortaleza a sus compañeros. “Resistan” alcanzó a murmurar el líder, con un gran esfuerzo.

En medio de la riña, una potente luz apareció, cegando a los chico casi al instante, pero ahora el dolor desaparecía poco a poco. Parecía provenir de la cabaña, los chicos de algún modo sabían que la luz estaba enfadada. Ella ahuyentaba a los Otros, al fin dejaban de herir a los Siete. Aprovechando la oportunidad, los chicos corrieron a la cabaña. Cada vez los detalles de ese recinto se veían mejor, pues la luz comenzaba a cesar.

Ramas en el camino hacían caer a bastantes miembros del grupo masculino. Caían y se ensuciaban las manos, las rodillas, el rostro, pero siempre se levantaban. Aunque estuvieran muy cansados tenían que escapar de ese horror, así que entre ellos se ayudaban. Cuando un miembro caía otro lo ayudaba. Querían estar juntos en las malas y en las buenas, y este era el primer caso.

Una cabaña hecha completamente de madera, a excepción de las ventanas, se erguía frente a ellos. Se veía impecable, ni un rasguño, como siempre. Ese edificio tenía una gran fortaleza, nada la tumbaba, y tiene nombre. La luz seguía dentro y presente, la que había salvado a los chicos, solo que ahora más tranquila. Estaba aliviada, y los chicos lo sabían.   
La puerta del hogar se abrió, dando la bienvenida a los Siete. Todos sonrieron mirando a sus compañeros, su respiración estaba agitada. Unos se apoyaban en otros para caminar, pero igual tenían una gran sonrisa en su rostro. Llegaron al fin a su hogar, al fin los brazos de Army los rodeó, protegiéndolos de cualquier peligro. Sí, la cabaña tiene ese nombre, y es su fiel compañera.

Ese es su día a día, la vida de “B”, la vida de “T” y la vida de “S”. Esta es la vida de los Siete. Su futuro ahora es incierto, no sabemos qué les sucederá pero por ahora tienen éxito en ese salvaje bosque que es su mundo. Antes pensaban que si escapaban de Seúl podían descansar, pero afuera podía ser mucho peor. Solo nos falta seguir esperando y no dejar que su hogar, la cabaña llamada Army, caiga.

Sí, esta es su pesada vida. No siempre lo que se vive en Halloween tiene que ser ese día, los Siete son un claro ejemplo. Aunque todo comenzó ese día, al final siguió y nunca terminará a pesar de que ellos se rindan.

Los Siete viven con terror todo el tiempo, pero Army siempre lo va a consolar, lo hará sentir reconfortado, lo preparará para la pelea del mañana.





Están aquí, son los OtrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora