Noche oscura en el puente

No había nada más que el silencio de las seis de la tarde, casi noche. Decidí salir a dar un paseo para tomar un respiro y buscar algo interesante qué hacer. Siempre que salgo veo o escucho algo que me alienta a vivir. Y como siempre, salí a caminar, pero ese día mi vida cambió y no volví a ser el mismo de antes. Un sonido extraño llamó mi atención, no encontraba el lugar del que provenía, volteé a todos lados y vi al cielo muchas veces, nunca pasó por mi mente ver hacia abajo, pero el sonido cada vez era más fuerte hasta que después de voltear a todos lados, lo hice hacia abajo. Estaba sobre un puente, nunca supe la razón de su existencia, desde que recuerdo aún era un pequeño que se levantaba temprano para ir a la escuela. Ese día me pareció indicado conocerlo, nunca vi algún río pasar por ahí, tampoco superficies difíciles de atravesar, todo era llano. Además, no era una gran altura la que había entre el puente y lo que estaba abajo de él, por lo que me arriesgué a saltar. Creo que el destino planeó eso para mí, no había tanta gente mirando ni pasando por ese puente, era obvio que nadie iba a poder verme, así que subí la barandilla, tomé equilibrio y me lancé atento de caer sin ningún problema. Cada vez el cielo se oscurecía más y más y ya casi no podía ver nada, además que la luz de los faroles no llegaba a alumbrar la llanura. Comenzó a ponerse más oscuro y más frío con esa brisa de la noche, había luna llena y todo ese ambiente me estaba provocando un poco de suspenso, tenía los pelos de punta y me sentía inquieto y todo se puso intenso cuando sentí que alguien de un modo muy inteligente caminó hasta llegar a ponerse atrás de mí que nunca escuché sus pasos, me tomó fuertemente con ambos brazos por detrás, cubrió mi boca casi mi nariz que me costaba respirar, podía escuchar los latidos de mi corazón y que mi cuerpo se ponía muy frío. Me arrastró con fuerza hacia atrás, fue tan rápido que no pude ver nada, únicamente que entré por una puerta que a su lado tenía una pequeña mesa con una vela encendida, escuché la puerta cerrarse, no sé si fue quien me tomó o el viento pero se escuchó muy fuerte y seco. Finalmente me dejó de arrastrar esa persona desconocida, encendió diez velas que estaban en un candelabro, con la poca luz de la luna llena y las velas que se iban encendiendo pude distinguir la figura de un hombre alto, pálido, con facciones delicadas, creo que tenía mi edad o quizá unos años más, estaba vestido completamente de negro. Procedió a mostrarme las fotos de un señor de apellido Kim que tenía un parecido a él. Me preguntó si lo conocía, le contesté que no con mucha seguridad. Me mostró un arma, en ese momento ya estaba asustado, pero con el arma quería irme de ahí pero no hizo nada, me volvió a preguntar si conocía el arma y de nuevo le contesté que no. Me dejó ir y me dijo que no era quien sospechaba, me contó la trágica muerte de su padre que fue justo en ese llano bajo el puente, él siempre suele hacer eso con todas las personas que bajan ahí y sabe que quién reconozca a su padre y el arma será quién reciba la venganza. No me parece que sea adecuado vengar la muerte de su padre de ese modo, así que simplemente le dejé mi amuleto de la suerte, una serpiente dorada y una nota:

"A veces la mejor solución es el perdón, perdón hacia alguien desconocido para ti, perdón hacia tu pasado y perdón hacia ti mismo". - K. Bhuwakul

Ya había olvidado el día en que más he sentido miedo en toda mi vida, hasta que hoy en el autobús vi a un hombre que se hizo conocido pero lo que más me sorprendió fue que llevaba mi amuleto de la suerte, él me reconoció, se acercó a mí, se quitó el amuleto, me lo dio, se sonrió y me dijo:

-Gracias por todo, solo me hacía falta pedirte perdón a ti por el miedo que te hice pasar aquella noche.

Se bajó del autobús y nunca más lo volví a ver, cada vez que paso por ese puente recuerdo esta historia y ahora es parte mi vida.