Inuyasha no me pertenece.
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Fantasy Fiction Estudios presenta
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Un fanfic de Randuril
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El príncipe de hielo
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Parte 2
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En cuanto se quedó de nuevo solo en la oficina, Sesshomaru se puso de pie con agilidad, echando atrás la silla, que golpeó en la pared y rebotó hacia él, dando medio giro por el rotar de las ruedas. Respiró agitado, como un poderoso animal que había estado luchando ferozmente por su vida. El corazón le martilleaba en el pecho mientras la boca se le llenaba de rabia, de la más pura y agria sensación de cólera, apoyó con fuerza las manos sobre el escritorio y las cerró con suavidad, sus uñas arañaron apenas la pulida superficie de madera. Apretó los puños con tanta fuerza que los nudillos se le volvieron blancos.
—Ese... ese idiota... ¿qué...? —balbuceó, con las palabras atoradas en la garganta.
No podía hablar ni pensar. Solo podía sentir la lacerante rabia corriendo por sus venas como un veneno. Se puso pálido, dos venas se le marcaron notoriamente a los lados de los pómulos, como si fueran líneas violáceas, la marca de un guerrero ancestral.
¿Qué había insinuado el imbécil de su hermano? ¿Qué insinuaba que había entre él y Rin? ¿Cómo se atrevía a mezclar el nombre de Rin, ¡el sagrado nombre de Rin!, con sucias insinuaciones?
Sesshomaru estuvo a punto de arrojar el portalápices con violencia hasta el otro lado de la habitación, pero al tomar consciencia de aquel acto se dio asco. Si caía ante una explosión emotiva como esa ya nunca más podría mirarse al espejo sin tener deseos de escupir a su reflejo. Debía ser fuerte, debía ser astuto. Podía controlarse, no era débil como su padre.
—Contrólate —se dijo con voz de mando.
Respiró rápido y hondo varias veces, hasta que de a poco se serenó. Las venas marcadas en su rostro se borraron poco a poco, sus ojos, que se habían inyectado en sangre, recuperaron lentamente el color normal. Pestañeó, y el dorado de sus ojos fue de nuevo helado, sin trazo de aquella humanidad que los había enervado.
Con el cuello tenso y la mandíbula apretada salió de detrás del escritorio con pasos rígidos y anduvo a grandes zancadas de sus largas piernas de un lado al otro del despacho, las manos metidas de nuevo en los bolsillos de su pantalón.
Rin.
Aquel nombre lo alteraba y lo lastimaba al mismo tiempo. Su corazón saltaba, pero cada latido era como un golpe en su moral, en su alma misma.
Rin Mamiko había entrado a la familia, por así decir, por puro capricho de su madre. Sesshomaru aún no sabía si era la hija de una antigua empleada de la mansión o de la hermana de la empleada, el punto era que se había quedado huérfana con tan solo ocho años y su madre decidió tomarla bajo su cuidado. Irasue estaba todavía sensible por la muerte de su antiguo amor Inu Taisho y comenzaba recién lo que sería un gran proceso de transformación donde se había aficionado a la comida vegetariana, al yoga, la inteligencia emocional y el esoterismo. Sesshomaru nunca la había contrariado con objeciones ni había censurado sus prácticas, cada uno lidiaba con el escandaloso vacío que había dejado su padre a su manera. Irasue se había interesado en cuidar al pequeño Inuyasha, al que había enviado a los mejores colegios, pero el jovencito Inumaru crecía rápidamente, comenzaba la preparatoria e Irasue ya había logrado encausarlo en sus años problemáticos, pronto se convertiría en un adulto y ella tendría las manos totalmente desocupadas.
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El príncipe de hielo
Hayran KurguUn hombre enfrentado a sus demonios. ¿Será capaz de elegir el amor por encima de su orgullo y ser feliz? Romance y drama. SesshomaruxRin