Escrito uno.
Su voz es como la hermosa y dulce melodía de una canción que quiero oír hasta el día de mi puta muerte. Sí. Quiero que ella esté cantando a mi lado el día en que me llegue un jodido balazo en el pecho, y quiero que esté cantando el día en que esté siendo enterrado, así al menos podré pudrirme en paz sabiendo que un día tuve a un precioso ángel en mis brazos.
Escrito dos.
Quiero morir. No tengo mucho qué perder más que a ella, pero sé que ella tendría un peso menos encima si yo llegara a terminar con mi puta vida. Así que está bien, ¿no?
Escrito tres.
Siento que una pequeña parte muy al fondo de mi asquerosa alma se rompe cada vez que la veo llorar. Ella no suele llorar, y yo no suelo ablandar mi corazón. Aún así, me agacho y acaricio su cabello hasta que termina de llorar y se queda dormida en mis piernas. Aún me pregunto por qué sigue con esta basura.
Escrito cuatro.
Siempre que ve heridas en mis nudillos me regaña y corre a sanarlos. Me gusta, porque ella me da la atención que en mi infancia nunca nadie me dio. Está bien, quizá me siento como un niño pequeño a su lado, me siento indefenso sin ella y si alguna vez me deja me suicidaré.

ESTÁS LEYENDO
Escritos
RomanceEsteban es un chico desafortunado que afortunadamente conoce a Helena, la chica que lo salvará de su desgracia (o lo intentará).