OO3; No normal.

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—Bueno... Nos vemos luego.—Jirō se despidió de Kaminari, quién se fue directo a su casa, a reflexionar...

—No debes.—se repetía a sí mismo, mirando la televisión encendida, la consola disponible y el control llamándole.
Sí, lo mejor sería despejar su mente.

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No sabía en que momento fue, pero llevaba horas presionando botón tras otro consecutivamente.

Sus pupilas se guiaban por los movimientos del personaje que utilizaba.

Un momento...

Si había encontrado la respuesta de que, las adicciones no eran sanas, debía poner un límite.
Pero simplemente su instinto le decía después y lo ignoraba.

Era malo, no quería caer en ninguna obsesión, y ahí estaba... Concentrado en los videojuegos; aproximadamente llevaba allí 3 horas, el fuerte volumen no le causaba dolor de cabeza.

¿Qué significaba éso?, ¿Una adicción?.


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Kirishima estaba de vuelta con Katsuki, en su hogar.

Compitieron un rato en ejercitarse, terminó en un empate.

Estaban aburridos... No había nada especial que hacer.

—¿Y ahora?.—

—¿Qué tal si vas a chuparla?.—Bakugō miraba su entorno, buscando algo útil y simplemente no lo encontraba.

—Relájate, hombre.—río el contrario, encontrando finalmente la solución. —Hey.—

—¿Mm?.—lo miró, serio.

—Admitamos que somos competitivos.—

—Vaya, ¿éso querías decirme, pedazo de estúpido?.—rodó las cuencas, enfadado.

—Me refiero a que quiero competir contigo en algo, éso ya depende de ti.—sonrió desafiante, de solo imaginarlo sentía la caliente sensación de la adrenalina recorrer la sangre de sus venas.

—Vale.—Katsuki ensanchó sus labios, formando una filosa y maliciosa sonrisa. —¿Qué te parece competir en una pelea?.—

—Bueno, te fuiste más allá de lo que imaginaba pero... Me agrada la idea.—

Ambos salieron de allí y se trasladaron a un callejón angosto, donde cruzaron unas fieras miradas.

Se estaban retando con gestos inexplicables.

Tronaban los huesos de sus manos y se acercaron para dedicarse unas palabras, provocándose.

¿Así de rápido van a comenzar lo inevitable?. 

Desechos de un romance tóxico. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora