Shiro

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   Los ojos de un hombre ven, con un sinfín de sentimientos, a sus nuevos hijos. Dos pequeños gemelos, dos seres que han visto la luz al mismo tiempo, que comparten tantas similitudes, pero que también son muy diferentes.

   Dos niños hermosos, con una dermis totalmente carente de color, al igual que el resto de su pequeño cuerpo; todo es blanco.

   Sin embargo, la expresión del hombre no es para nada feliz; su expresión es de total repulsión y tiene justificación: ambos niños están unidos por una pequeña parte de piel en el área del corazón y una larga melena que conecta ambas cabezas.

   La unión de estos pequeños causa el desagrado inminente de su padre, para él, esto es una abominación, un error de la naturaleza, algo que no debe existir; una humillación por la que no está dispuesto a pasar.  

   Intentará separar a los gemelos, pero lo que no se imagina, es que se arrepentirá de esto toda su vida.

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   Los ojos oscuros de un pequeño niño (de aproximadamente 10 años) observan la gran habitación en la que se encuentra.

   Los ojos de los niños suelen estar llenos de brillo y alegría, de inocencia y entusiasmo, pero la de este niño no. Es vacía, fría, inexpresiva, cansada.

   La habitación en la que se halla es enorme, pero tan oscura, con cientos de juguetes sin dueño, abandonados, acumulando polvo. La cama está en el centro, entre la gran manta de juguetes. Pero junto con la cama hay un monitor y mesas pasteur llenas de jeringas de gran tamaño.

   El pequeño suspira cansado, triste, desanimado. Escucha varios pasos acercarse; sabe que van a por él.

   Comienza a temblar; tiene miedo pero sabe que no puede escapar, quiere gritar pero sabe que su voz no saldrá, quiere correr pero sabe que sus piernas no se lo permitirán.

   —No te preocupes Sei, estaremos bien—escucha una voz proveniente de su lado, demasiado cerca.

   Gira su mirada unos milímetros hacia su mellizo, (un niño peliazul de menor estatura) y trata de sonreír lo mejor que puede.

   La puerta se abre, hombres y mujeres con trajes blancos se acercan a ambos.

  El pequeño de cabello oscuro toma fuertemente la mano de su hermano, sabe que está asustado también; siente su corazón en su pecho acelerarse.

   Los médicos toman a los niños de manera un tanto brusca, los conducen hasta la cama y comienzan con su labor.

   Ambos son recostados boca arriba, el mellizo peliazul no encuentra otra manera de acomodarse que acostándose sobre el pecho de su hermano, quien es un tanto más alto.

   Desprenden la ropa de ambos y colocan los electrodos.

   El sonido del monitor, así como el de los demás aparatos les abruma.

   Inmediatamente una de las mujeres se aproxima y toma los brazos de ambos (los cuales siempre permanecen juntos en la parte posterior de sus cuerpos debido a su complicada situación anatómica) e introduce una aguja, extrayéndo así el líquido rojo.

   La mano libre del peliazul sostiene con fuerza la de su hermano, tratando de soportar el dolor. El hermano de cabello oscuro, no puede pensar en otra cosa más que desear que ese martirio termine pronto.

   Por la gran puerta, repentinamente, entra el padre de los gemelos, quien ni siquiera se digna en verlos; se dirige únicamente a los médicos.

DRAMAtical Halloween [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora