Parte I: Joy O'Donell

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Dicen que siempre hay una buena historia por contar, y esta vez contaré la historia de mi vida, o quizá un poco más específicamente: mi vida amorosa.

Mi nombre es Isaac Brenner. Nací en New Jersey pero prácticamente toda mi vida ha sido en Pensilvania, pues nos mudamos cuando tenía sólo un par de meses de nacido.

Mi familia está bien colocada en la sociedad Americana, desde tiempo atrás los Brenner siempre hemos sido una familia adinerada, por lo que mi estancia en la escuela siempre fue en colegios prestigiosos.

Y en el colegio fue donde conocí a esa, a mi primer amor: Joy O'Donell, la perfección hecha mujer.

Por casualidad, destino, dinero o como quieran llamarle ambos coincidimos en sexto año en la escuela media.

Se suponía que comenzaría en el mismo colegio que mis amigos y vecinos de la Elementary School, pero mi mamá creyó buena idea que yo conociera más gente y ampliara mis horizontes, por aquello de que tenía 11 años y es cuando comienza la adolescencia.

En fin, desde el primer día me sentaron junto a Joy, nuestra primera charla fue grupal, y es que entre el grupo nos teníamos que dar a conocer. Pero lo interesante fue una semana después, cuando ella notó que uno de mis cuadernos era de Bob Esponja, pues resulta que ella era fan, y yo... ¿Cómo no iba a hacerme amigo de alguien que ama a Bob Esponja a los 11 años?

Nos convertimos en buenos amigos. Pasábamos los recreos juntos, íbamos a casa el uno del otro, nos pasábamos las tareas, en verano íbamos a nadar al club deportivo de Harrisburg y... ¡Oh si! Yo estuve ahí cuando el periodo de Joy llegó a los 13. Lloró un día entero.

Los tres años que pasamos en la escuela fueron muy buenos, pero llegaron a su fin y pronto tendríamos  que ir a la maldita preparatoria. Joy y yo hicimos el pacto de seguir juntos Durante los cuatro años siguientes, y así fue. Sólo que durante las vacaciones ella y su familia viajaron a Europa y no la vi durante casi dos meses... pues cuando O'Donell regresó ya era otra.

Le crecieron los senos y el trasero, la cintura se le hizo pequeña y le salieron caderas, se había cortado el pelo a la altura de los hombros y yo... me enamoré de ella.

Traté de actuar normal.

Primero pasé por la negación, ¡Yo no podía estar enamorado de mi mejor amiga! Por favor, ella era como mi hermana, jamas podría gustarme.

Después por la irá, ¡¿Por qué si Joy sabía que estaba más desarrollada seguía cambiandose la blusa delante de mi como si nada? Igual no podía culparla, sólo tenía 13 años y no sabía lo que hacia.

Luego fue el rechazo. Me alejé un poco de ella con la excusa de que mi horario no cuadraba con el suyo, pero en realidad sólo teníamos dos clases distintas.

Y por último, la aceptación... pero para entonces ya era un poco tarde, había conseguido nuevas amigas, ¡Amigas mujeres! Niñas con las que ahora hablaría de sus problemas hormonales y de los chicos chicos guapos de último año. Me había olvidado.

Entonces yo también hice nuevos amigos, me uní al club de música y pasaba mis tardes ahí aprendiendo a tocar la guitarra y a afinar mi voz, descubrí mi verdadera pasión.

Pasamos casi un año entero siendo "desconocidos", nos saludábamos en los corredores solamente mientras yo la observaba siendo cada día más bonita...

No podía creer que me había enamorado de mi mejor amiga, de la misma niña que estuvo conmigo cuando tuve varicela en séptimo año, que vergonzoso.

Y lo que más odiaba era que ese sentimiento hormonal me había echo también perderla. Yo podía recuperarla, ¡Si! Yo podía hacer que ella se fijara en mi, habíamos compartido tanto que era imposible que ella no notara lo excelente novio que yo podía ser...

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⏰ Última actualización: Oct 26, 2018 ⏰

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La triste y nada emocionante vida de Isaac BrennerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora