Aún lo recuerdo.
Tus manos ejerciendo una ligera presión en mis hombros, tus piernas a los lados de mi cadera, tus labios rozando mi rostro y tu lengua acariciando la mía.
Puedo recordarlo.
Mi cabeza confusa al no saber si estaba ¨jugando¨ bien, la tensión de mi cuerpo por lo raro que todo resultaba, aun cuando no vislumbraba lo atroz que todo eso era. La duda que quería salir de mi boca y que impediste, mirándome fijamente a los ojos antes de poner mis manos a los lados de mi cuerpo, para continuar con ese extraño beso.
Lo recuerdo.
Tu cuerpo acostado sobre el mío en la habitación de mi hermana, en el espacio muerto entre la cama, las paredes y la cajonera. Los muros amarillos, las cortinas a juego con flores rosadas y la luz del sol, iluminándolo todo. Pero dejando en penumbras tu rostro, ensombrecido por las acciones que cometías.
Después no existe recuerdo alguno y eso me aterra.
¿Hasta dónde habrá llegado ese ¨juego¨? ¿Por qué tiene que ser el primer recuerdo de mi vida?
¿Tú lo recuerdas?
Quisiera saber si piensas en eso en cada reunión familiar, si lo recuerdas cuando entras a mi casa, si te has llegado a preguntar si sé lo que hiciste o no.
Me pregunto si te remuerde la consciencia o si eres feliz de saber que, tras tantos años no se lo he contado a nadie. Además, ¿quién creería en las palabras tardías de una chica que solo busca atención?
Me pregunto cuántas veces habrá pasado y me pregunto por qué no soy capaz de recordarlo.
Me pregunto si tu eres el causante de este miedo irracional que siento por la cercanía con otro ser humano, si por ti sufro esta negativa a dar un beso, si es tu culpa el repudio que siento por mí.
Me pregunto por qué no lloro al recordarlo.
Me pregunto qué tan grande es la herida en comparación a todo lo que me ha pasado.
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