¿Por Qué Te Amo Tanto? ||Siswaki||

Momento

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—¿Dices que esta planeado una boda?—preguntó el rubio recargando su cabeza en el hombro del peli-verde.

—No es sólo una boda—agregó el contrario mientras se sonrojaba un poco por la acción de su novio después de hacerle esa pregunta—Es nuestra boda—

—Ya se le pasará... Creo—dijo dejando escapar una pequeña risa—Hay que hacer que se consiga una novia—

Sonrió de manera burlona al escuchar lo último que dijo Wakiya.
Debían conseguirle pareja a Rantaro para que dejara de tratar un organizar un evento al que le falta mucho por ocurrir.
Se quedaron en silencio por un rato, aún le apenaba el hecho de haberle contado los planes que ya tiene el de orbes cafés para su futuro, quizás debían avisarle a Valt ya debe empezar a ahorrar para un funeral.

—¿Quién es el que usará el vesti...?—se quedó callado al recibir un golpe por parte de Silas, se lo había buscado después de haber aparecido como si nada y asustarlos—¡Si quieren que me consiga pareja no deban golpear mi lindo rostro!—

—¡Y a ti quien te manda aparecer de la nada!—respondió el de cabellos verdes mirándolo de mala manera—Nadie va a usar vestido, nadie va a hacer nada, ¡Nadie se va a casar! ¡No habrá boda!—

—Okey—sonrió de lado y se fue a unos arbustos no sin antes gritar:—¡Chris, Valt; plan b!—

Pero luego salió corriendo de aquel escondite, seguido por un Daiki que llevaba un bate y un Daigo tratando de evitar una matanza.
Llevó una mano a su cabeza y se golpeó la frente, aún tardaría en acostumbrarse a la presencia del hermano del rubio.
Caminaron para ver como Rantaro terminaba siendo asesinado en manos del rubio cenizo, lo cual para él ya había sido un trabajo menos que debía hacer.

—¡Rantaro! ¡No!—gritó el peli-azul al ver como su amigo yacía en el suelo, se acerco a él y lo miro con lágrimas en los ojos—Al fin pasó, él finalmente fue a ese gran sótano en el cielo—

Si, ya le habían ahorrado de hacer el trabajo sucio.
El azabache estaba en otra esquina regañando al de ojos dorados.
Se había librado de los planes raros del amigo de cabellos puntiagudos, así podría dormir con más tranquilidad sabiendo que ya no habrá alguien que este molestando en su relación.

—Es tan irónico, a él siempre le gustaba ver como los bates caían pero en la cabeza de otras personas(?—lo abrazó dejando escapar aquellas lágrimas que amenazaban con caer de su rostro—¡Rantaro! ¿Ya me pueden dar mi oscar?*—