Se había hecho de noche ya, Miguel había dejado de dibujar porque se había hecho oscuro. Y con un poco de frio miraba varias veces hacia atrás como esperando a que aparezca alguien. Agarra su mochila y se levanta para irse. A lo lejos desde un acantilado más lejano se veía un faro que hacia girar sus luces reflejándolas en el agua y pasando también a donde estaba el, hasta que de pronto mientras Miguel bajando su mirada hacia las olas de abajo, la luz pasa contra el borde de donde estaba, haciendo brillar algo entre unas ramas a unos metros debajo de el.
Esto le llamo un poco la atención, era un pequeño brillo escondido, pero podría ser cualquier cosa, algún vidrio, o algo que refleje la luz. Sin darle muchas vueltas se gira y se marcha. Sin saber que aquello sin saber que era aun, significaría mucho mas adelante.
Miguel sigue en su trayecto, las luces de la pequeña ciudad ya estaban encendidas, y decidió hacer una parada en una humilde tienda.
- Miguel! ¿Cómo estas? – Se da vuelta la hija de la dueña mientras acomodaba los estantes de comida.
A pesar de que Miguel había llegado hace unos días a la ciudad las personas de varias tiendas cercanas de donde vivía le habían tomado cariño y lo trataban como un amigo de toda la vida, es que ya desde el primer dia, desprendía un aire amigable y era muy fácil de caer bien a las personas.
- Buena nocheh, de maravillah aca en lo deh siempre, ¿tu y tu madre como están? – Contesta mientras va agarrando diferentes productos.
- ¡Muy bien gracias por preguntar! ¿Esto es todo? – mira los productos en su mano y se dirige hacia la caja.
- Si, y estoh – agarra unos caramelos multicolores.
- Siempre llevas de esos – ella se rie .
- Si, meh encantan – le devuelve la cálida sonrisa.
Mientras ella va sacando el precio de las cosas, le mira un poco curiosa.
- Miguel, ¿puedo preguntarte una cosa?
- Claro, que cosa. – le mira curioso por saber que le preguntaría.
- Pues… - su mirada se pone un poco mas preocupada - ¿tu conoces al chico que va al acantilado todos los días?
Miguel se sorprende por esto.
- Emm… no mucho, solo lo vi unas veceh. ¿el va seguido allí? – al parecer Miguel se dio cuenta que ella podría saber algo de este muchacho.
- No mucho, he pasado por allí en varias ocasiones y siempre se le veía solo, y justamente ayer pase y parecían que los dos se llevaban bien.
- ¿En serioh? – este echa una risa y ella se sorprende – perdón, pero enserio me guhtaría podeh llevarmeh bien con el – se le dibuja una sonrisa – se veh tan solo, me guhtaría ser su amigo.
- Oh, ya veo, ya se me hacia raro que ya te considerara su amigo tan rapido, bueno eres una persona muy amigable, pero ese chico es un poco raro, en el sentido bueno, claro. – Esta sonríe y coloca los productos en una bolsa.
- ¿Qué sabeh de el? – se pone aun mas curioso.
- Ya te lo dije, no mucho, una vez intente hablar con el cuando lo vi allí, pero nunca me dirigió la mirada, no muchas personas van a ese lugar, mas porque da un aire de tristeza.
-¿Aire de trihteza? Pero si ese lugah es hermoso, y la brisah que corre y esa vistah, es perfecto pa dibujah – contesta entusiasmo sin entender porque había dicho eso.
- ¿Tu no lo sabes verdad? – esta deja de guardar las cosas en la bolsa y fija en el una mirada triste.
- ¿Qué no se? – le mira de la misma manera.