Hacía una semana que Malú se había ido a México y ya la echaba terriblemente de menos. Sólo había hablado con ella por videollamada una vez y no me bastaba. Verla por una pantalla y no abrazarla me producía una extraña sensación. Mis últimos intentos de hablar con ella por Skype no habían dado resultado. No descolgaba. Suponía que estaba muy liada con el disco y no tenía tiempo para parar por el hotel. Estaba sentado en mi cocina con un café en la mano y el móvil en la otra. Le había mandado un mensaje por skype para darle los buenos días, buenas noches para ella por la diferencia horaria. Miraba cada dos segundos para ver si me contestaba pero no, no lo hizo. Los últimos días siempre me había contestado tarde y con poca emoción. Decía que solo era cansancio pero no sabía si creerla o no. Estaba distante y no sabía el por qué.
Era sábado, día de compras de Navidad. Se me había ocurrido el regalo perfecto para Malú. No tenía a nadie más a quien hacer regalos puesto que mi familia estaba en Italia y no sabía si iba a ir o no. Aún faltaba un mes para nochebuena pero esas cosas cuanto antes las tuviera, mejor.
Salí de casa a las nueve de la mañana y nada más subir al coche encendí la radio. El destino, ese que me había unido a “Lucía” hizo que en ese momento sonara “Así lo haré”, sonreí como un idiota recordando la noche que me la cantó y puse rumbo al centro comercial. Sabía lo que quería para Malú y esperaba que a ella le gustara. No sabía si nuestra relación, amistad o lo que fuera que tuviéramos estaba en el punto de hacernos regalos pero me apetecía mucho tener un detalle con ella y más, después de un mes sin verla.
Salí de las tiendas con los brazos cargados de regalos para sus bichillos y con el suyo en el bolsillo. Había quedado como yo quería, iba a ser perfecto.
- ¡Tato, Seth! – Lucía, la ahijada de Malú corría hacia mí con los brazos levantados. No lo dudé. Dejé las bolsas en el suelo con cuidado y cogí a la niña en brazos. Vero llegó a nuestro lado en apenas dos segundos.
- Lucía, te tengo dicho que no salgas corriendo así – le regaño y me dio dos besos a mí - Hola, Seth. ¿Qué tal estás?
- Bien, ya ves, de compras. ¿Tú qué tal? – pregunté.
- Vamos a comer, ¿te apuntas tato? – preguntó la niña aún en mis brazos.
- No cielo, no quiero molestaros a mamá y a mí.
- Anda, no seas tonto y acompáñanos – me dijo Vero. – Y así hablo más contigo que en la fiesta de la enana apenas tuvimos tiempo.
- Sííííííí, por fa, venteeee – la niña me suplicaba con los ojos y ante eso no pude hacer nada.
- Está bien. ¿Y el pequeño Seth? ¿Cómo está? – dejé a la niña en el suelo y cogí las bolsas con una mano. Lucía se enganchó a mi mano libre.
Caminamos hasta un pequeño restaurante hablando con la niña, me contaba cosas del pequeño Seth y me preguntaba por su tata. La niña era un cielo, no callaba ni debajo del agua y se notaba de lejos que lo que sentía por su tata era pasión. La niña tras comer su hamburguesa se fue directa al inflable que había en el restaurante dejándonos solos a su madre y a mí.
- Lo siento, mi hija a veces es demasiado pesada – comentó Vero mirando a la niña saltar.
- No te preocupes, me gustan mucho los niños. Lucía es un encanto.
- ¿Te puedo hacer una pregunta, Seth? – dijo Vero ya mirandome a mí. Tragué saliva y asentí. Malú ya me había comentado que Vero era muy directa y me daba miedo lo que quisiera saber. - ¿Cuánto te gusta Malú? – su mirada estaba clavada en mi, observaba todas mis reacciones. – Debes saber que ella está enamorada de otro y que puede hacerte mucho daño. Eres un buen tío y no creo que te lo merezcas.
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GUERRA FÍA
RomanceMi vida puede llegar a ser muy complicada. Vivo encima de un escenario sin tiempo para el amor pero ¿qué pasa cuando te enamoras de tu representante, un hombre que está casado, o cuando el destino te pone delante el que puede ser el amor de tu vida...