Parte 2

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Y luego le preguntaban por que estaba de mal humor.  Sin mas opciones había tenido que comer con su familia, soportar las riñas de sus padres y la sonrisa superior de Scott y los gemelos con su mejor estoicismo. Pero por Santán, esto ya era demasiado para el. 

-¡Jovenes, jovenes! ¡Si ustedes no se callan no voy a poder pasarles lista!- Tantas ganas tenia de gritarle a la vieja cara de cebra que su lista se la podía pasar por el arco del triunfo, que tuvo que clavarse las uñas en el brazo. Enserio que odiaba a esa mujer. Miro a su alrededor y noto con cierta satisfacción que sus idiotas compañeros no le prestaban la mínima atención a la pendeja cara de cebra mal parida.- ¡Jovenes, estoy hablando enserio!

-"Jivinis, istii hiblindi insirii"- No puedo evitarlo, igual que sus otros compañeros que estaban en un rango aproximado para escuchar la replica infantil de Vlad, rio a carcajadas.  Vlad le sonrió y ambos chocaron los puños.

Vlad era un compañero de clases que, si bien no dejaba de ser un pendejo como todos los demás, era lo suficientemente ingenioso e inteligente como para que Arthur lo llamara amigo. 

-¡Es suficiente! ¡Si a ustedes no les interesa, a mi tampoco, voy a hablar con su tutor para que hable de esto con ustedes!- Ante la mención de su tutor Ludwig todos se cuadraron, se sentaron y guardaron silencio, ni los mas rebeldes y vale mierda de su grupo se atrevieron a seguir con el ajetreo. La pendeja sonrió con superioridad, y el grupo se tenso en una furia silenciosa. El profesor Ludwig tenia la fama de ser un profesor disciplinado y estricto, y aun que teóricamente su forma de evaluar y materias no eran difíciles, su actitud si que imponía respeto (y para que mentir, también un poco de miedo), por lo que no era de extrañar que su propio grupo tutoriado se espantara ante la sola mención de una llamada de atención de él.- Bien, ahora que se calmaron, les pasare lista y después de eso iniciaremos con la clase. Ay jóvenes, que bonitos se ven en silencio, ¿ya ven que no es tan difícil callarse?- Prácticamente Vlad tuvo que ponerle el pie para que no saltara a partirle la cara a esa pendeja pretenciosa. 

Ese seria un largo dia.

La vida de adolescente de Arthur Kirkland. HetaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora