La vida apesta. Cuando crees que puedes ser feliz por un momento, todo se va por el escusado. ¿Cómo es que mi vida se volvió un etcétera de la noche a la mañana? El 22 de diciembre tenía una relación vacía terminada y un prometido ambicioso que canceló nuestro futuro matrimonio. Tomé un maldito vuelo con destino a Punta Cana. ¿Por qué no pude haber venido por el Internacional de las Américas? Vi a Julio irse, dejándome un sabor amargo en la boca y las ganas inequívocas de llorar por algo que acababa de perder, pero no lo amo, claro que no.
Una de saber cuándo ama, ¿o no?
Me manoteo las lágrimas ligeras que se desbordan por mis mejillas.
Él es un cobarde. Julio Medina, sin conocerlo, se me metió no solo en mi cuerpo, sino también en mi piel, en mi pensamiento... en todo. Hasta mi manera de respirar es distinta estando a su lado. Con su franqueza me cambió el esquema de hombre protestosterona y que no habla de sus emociones. Julio dice lo que piensa, aunque no sea lo que los demás esperan. Él es distinto.
Suspiro aún parada en el centro de la sala, lugar donde él me dejó.
¿Cómo es que dos hombres terminan conmigo en menos de una semana? ¿Cómo es esa vaina posible? ¿Tendré algún defecto que no veo? Me gusta pensar que soy franca. ¿Acaso eso no es lo que todos queremos? Sinceridad.
Le ofrecí a Julio dos semanas juntos para conocernos un poco y disfrutar de sexo, restaurantes y sitios para fantasear. Poco me faltó para entregarle mis vacaciones completas. ¿Qué lo habrá hecho cambiar? Estaba feliz cuando anoche hicimos el amor...
«María López haciendo el amor».
Me paso las manos por el rostro. Cuanto he cambiado en dos días. Parezco una colegiala llena de hormonas que cree en finales felices, pero en eso es lo único que no creo. ¿Cómo estar segura de que a quien le entregas el corazón no se irá de tu lado? ¿Qué certeza hay en eso?
Daniel se fue.
Mi abuelo se fue.
Manuel fue asesinado.
No, no tengo muchas personas estables en mi vida.
¿Cómo confiar en el hombre que conocí hace tres días? ¿Podrá quedarse?
Agarro la taza vacía de la mesa y voy a la cocina. Después de dar un sorbo de café, me dirijo a mi habitación. Tengo muchas cosas que pensar. Quizá me vaya antes de la fecha. Recibiré Año Nuevo con mi familia y me iré a Queens. Allí no tendré cabida para pensar en un moreno de ojos color miel y sonrisa matadora. La distancia acabará con mis fantasías y Julio se convertirá en un recuerdo lejano, pecaminoso y tentador pero lejano.
Si no estoy enamorada de él, ¿qué es ese dolor que siento en el pecho que me atraviesa como navajas afiladas?
No puedo estar enamorada de alguien que no conozco.
Nunca me he enamorado.
Demasiado atenta a los estudios en la adolescencia, luego la universidad en un país extraño, luego el trabajo...
No, el amor no ha pasado por mi casa.
Tal vez no estoy en el libro de direcciones de Cupido.
«O quizás eres una pendeja y perdiste al único hombre que te amará en la vida», grita una vocecilla con pancartas en mi cabeza.
Dejo el libro sobre la mesa de noche.
Son las doce del mediodía y lo único que quiero es dormir y, por muy extraño que parezca, llorar.
Pero ¿por qué? ¿Por qué llorar por alguien que no es mío? ¿Por qué sufrir por alguien que apenas conozco?
«¡Él se fue!».
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Cafe contigo al despertar
RomanceMaría López, abogada dominicana de veintisiete años, decide que no está lista para casarse. Su pareja, Reed, se llena de venganza y odio hacia ella y comienza a crear rumores sobre supuestos sobornos aceptados por María, sobornos de los cuales si...