Parte Única

551 90 43
                                    

Con amor para osh_9405

¿Qué más puedo esperar de la vida? Tengo un trabajo que me gusta, mis jefes no me fastidian ni me exigen demasiado. Tengo un salario más que decente, que me da lo suficiente para pagar la hipoteca de mi pequeño, pero acogedor departamento, el cuál está ubicado en una zona bastante tranquila y agradable de Seúl. No soy rico, pero no me va mal.

Tengo unos amigos geniales. Nos vemos quizás uno o dos días por semana ya que todos estamos demasiado ocupados en nuestras vidas y empleos, como para poder coincidir más. Sin embargo, estamos en constante comunicación.

Este soy yo, Oh Sehun. Un hombre normal de 24 años, trabajo para la editorial de una revista de entretenimiento. Mi vida no es tan fascinante, soy quizá demasiado común, pero me siento cómodo con ella. No tengo muchas citas porque soy bastante tímido y retraído, las chicas son las que suelen dar el primer paso e invitarme a salir y generalmente acepto, ya que soy demasiado cobarde para negarme y decirles que soy homosexual. No es que me avergüence de serlo, es más bien una cuestión de privacidad. Mi familia y amigos saben de mis preferencias, sin embargo, no es algo que vaya gritando a los cuatro vientos y mucho menos escupirlo a la cara a las pobres chicas que tienen el valor de invitarme a una cena o al cine. Posiblemente tengo fama de antipático porque no hablo con mucha gente en la oficina y para ser honestos tengo un rostro bastante serio e inexpresivo.

Fue un jueves de Julio cuando Sehun despertó una hora más temprano de lo habitual, pues gracias a la nueva Ley de circulación en Corea del Sur —en la que los coches no podían circular un día a la semana para evitar que hubiera demasiado tráfico y ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fue un jueves de Julio cuando Sehun despertó una hora más temprano de lo habitual, pues gracias a la nueva Ley de circulación en Corea del Sur —en la que los coches no podían circular un día a la semana para evitar que hubiera demasiado tráfico y disminuir las emisiones de monóxido de carbono—, se había visto obligado a dejar su coche aparcado en el garaje subterráneo de su edificio y andar cinco calles para coger el metro.

Sehun intentaba no darle demasiada importancia al hecho de que no le gustaba madrugar, pues le parecía una buena medida para reducir los niveles de contaminación. No obstante, no pudo evitar sentirse un poco frustrado cuando los tiempos de caminata y espera del transporte público no fueron los que había calculado y ahora llegaría un poco tarde a su destino.

Sehun vestía con su típico traje de oficina, un traje de dos piezas color gris. Él no se notaba a sí mismo como alguien extraordinario; pero lo era. Con su altura por encima del promedio, cuerpo atlético, pues dedicaba una buena hora diaria a correr en la maquina del gimnasio, una piel blanca, casi de porcelana, y un rostro que podía haber sido esculpido por los dioses. Con unos profundos ojos negros y unas cejas gruesas para enmarcarlos y resaltarlos, unos delgados pero muy apetecibles labios rosados, y la guinda del pastel, su hermoso y brillante cabello. Era tan negro que la gente pensaba que lo teñía, hacía resaltar su pálida tez, le daba ese toque de chico malo y empoderado. Su rostro serio le daba un aire de egolatría y antipatía. Pero solo era apariencia, Sehun era amable, aunque demasiado tímido para hablar con cualquier desconocido, y sobre todo demasiado tímido para hablar con ese chico que lo veía fijo y con una hermosa sonrisa en su rostro al otro lado del vagón.

El chico del metro //SeBaek ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora