capítulo único.

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La función había acabado con aplausos, gritos, y ovaciones para unas más que otras, saludos de los afortunados infiltrados por tras de escena, fotos por aquí, selfies robadas, y por fin, la soledad del camerino para cambiarse y volver al hotel.

Entró y se tiró en la cama rápidamente. Qué placer más gozoso era para ella que echarse y sentir la comodidad de una cama, sabía que era uno de los mejores placeres en su vida. Se dejo relajar unos largos segundos y luego se paró para encontrar su teléfono que tenía guardado en el bolsillo de su abrigo.

Prendió la pantalla esperanzada de ver ese mensaje, pero nada. Se volvió a acostar en la cama y entró a Whatsapp. Ultima conexión hace 20 minutos.

[23:52] Victoria: Y?

Se entró a dar una ducha rápida para relajar el cuerpo y luego de eso, envuelta en un albornoz, agarró el teléfono para ver si había respuesta pero nada. Su Whatsapp no paraba de sonar, pero no era quién esperaba.

Se sacó una foto con las piernas cruzadas, sentada en la cama, queriéndole dar a entender que estaba esperando y se la envió, pero tampoco recibió respuesta. Maldito, murmuró por lo bajo y buscó otras conversaciones para entretenerse.

Viendo y considerando que no iba recibir respuesta aún, y estaba aburrida, se cambió para ir a ver a Maribel a su habitación, que era la contigua.

-¿Estás? ¿Puedo pasar? Soy yo.
-¡Voy!

Se acercó a abrirle la puerta con una sonrisa.

-¿Y eso, dónde vas?
-Estaba por mandarte un mensaje justo, pusieron en el grupo para bajar al bar a tomar algo. ¿No leíste?
-Nop. –se sentaba en el sofá de la habitación, mientras Maribel terminaba de vestirse.

Sonó su teléfono que lo tenía en el bolsillo y aunque quisiera que fuera esa persona, a la vez no. Pues ya estaba ofendida.

[00:02] César: Te llamo en 20 minutos, estoy un poco ocupado
[00:02] Victoria: No me llames

Al leer la respuesta instantánea quiso suponer que estaba en un momento donde no podía atender la llamada, se relajo de pensar eso, pero todos sabíamos que con Victoria absolutamente nunca se sabía. Quiso cerciorarse de eso, pero realmente no tenía tiempo.

Bloqueó rápido su pantalla y aunque no supiera, su rostro decía que estaba enfadada, y Maribel que la veía por el reflejo del espejo se río, pues se imaginaba todo.

-¿Qué te pasa?
-Nada... estoy cansada. –se acuesta un poco más sobre el sofá. -Ya quiero volver a casa.
-Pues falta un buen amiguita, así que relájate. Ándale, vamos a tomar algo. Un tequilita y ya, luego te subes a dormir.
-Lo siento no, no quiero que se note mi mal humor.
-¿Y por qué estás así?
-Por el cansancio...
-¿No te llamó César?
-Ay ya Maribel, mi humor no se define por si me llama este hombre o no. No digas tonterías. –fruncía más el ceño.
-Ya bueno, no te enfades. –Siguió por retocarse su maquillaje.

Notó que Maribel se había quedado en silencio, así que pensó que se podía haber ofendido.

-Lo siento, no es contra ti. –Maribel le guiñó el ojo con una sonrisa. -Por eso no quiero bajar, ¿ves?
-Quizás distraerte te hace mejor, o hablarlo. Cuéntame que te pasó, te noto extraña últimamente. Estás más ermitaña que nunca.
-se rio sin ganas. -César es la punta de todo igual, hace varios días que me dice que me va llamar, me hace esperarlo y al final no me llama.
-Pero no me dijiste que empezó a grabar.
-Sí, pero le cuesta solamente 20 minutos de su tiempo salirse de lo que esté haciendo para llamarme.
-Bueno... entiéndelo, sabes cómo es todo eso.
-Si si, tampoco me quiero poner paranoica porque sé cómo funciona, pero esto de que estoy insoportable lo intensifica todo. No es César, es todo, es Omar, es José Eduardo, son Victoria y Anuar, Gabriela y mi mamá.
-Pues si vuelves a tu casa va ser peor todo porque vas a encontrarte con toda esa rutina.
-Pero estar aquí sin poder solucionarlo también me hace mal, José Eduardo me dijo que quiere irse a Los Ángeles un tiempo.
-¿De veras? –sorprendida, sentándose frente a ella, ya estaba lista.
-Sí, según aún no porque tiene trabajo y no puede irse así como así, aunque sé que si quiere mañana renuncia y se va... y no quiero, me voy a morir si se va él también.
-¿Y la novia? No lo sé pero, claramente no sirve ni para retenerlo.
-Quizás se va con él, conociéndola... ni loca lo deja.
-Ya... tampoco tiene la culpa. –chasquea su lengua. -¿Y qué paso con Omar al final?
-Sigue insistiendo en lo mismo, pero no voy a ceder jamás.
-Es una locura lo que quiere...
-Cada vez que vienen estas épocas se pone tan insoportable que te juro tengo ganas de dejarlo de una vez por todas.
-Hazlo. –la envalentonó.
-No pienso quedarme sola.
-No estás sola, tienes a... -levantó sus cejas insinuando.
-Pfff, como si fuera capaz de dejar a su esposa por mí.
-El mundo complotó contra ti por lo que veo... -sarcástica.
-Tampoco empieces tú. Pero es ahora no más, necesito unos días para relajarme en serio.
-Insisto que si te vas, va a ser peor.
-No soy como tú, yo la paso bien encerrada en mi camita, en mi casita. –se reía.
-Para tu desgracia la que se va mañana, soy yo... -se paró a volverse a ver en el espejo.
-¿Ya sabes quién es tu reemplazo?
-Nop.
-Pues me da igual, voy a irme, a ver si mañana hablo con Omar.
-No creo que te deje si me voy yo también...
-Pues me da igual.
-Ya Victoria... me choca cuando te pones así de irresponsable y caprichosa.
-¿Perdón? –se sorprendió.
-Quito lo responsable, pero no lo caprichosa, todas estamos en igual de condiciones y nos queremos ir y extrañamos a nuestra familia, sabes cómo funciona esto, no puede simplemente agarrar e irte.
-Estoy en mi derecho.
-Lo sé, pero a veces abusas y tú lo sabes.

Coyoacán | VyCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora