Jugatela Por Mí (JuaniXEmma)

Capítulo 34

Juani

Toco el timbre de la casa de Emma.

Espero que no haya salido o haya buscado que hacer y que mi sorpresa me salga mal, antes de venir aquí le dije a Diego que pasáramos por la heladería para comprar un kilo de helado, sé que el helado le fascina y también no quería venir con las manos vacías.

La tercera vez que toco el timbre, ella abre la puerta, cuando me mira sonríe.

-pensé que posta no ibas a venir –si lanza sobre mí en un abrazo.

-te quise dar una sorpresa, traje helado.

-veni, pasa –me jala del brazo, entramos a la casa y ella cierra la puerta.

-¿estás sola, sola? –le pregunto

-sip, mi mama se fue con mi hermano a Córdoba, mi papa está en un viaje de negocios en Uruguay y la señora del servicio se acaba de ir hace poco. –ella toma la bolsa del helado de mi mano y la pone en la mesa que está en la cocina. -¿queres que te sirva un poco?

-¿ya estas mejor del estómago?

-sí, parece que fue por no haber comido bien los últimos días, pero ya hoy que vine a la casa me tome una sopa y he estado bien –no decimos nada por unos minutos, pero en realidad no era un silencio incómodo. –Me pone tan contenta que hayas decidido venir –se acerca a mí, y no sé porque me pongo un poco nervioso.

-eh si, ¿puedo servirte un poco de helado?, al fin y al cabo vine porque estas enferma, así que vine a cuidarte un poquito –le sonrió, ella me da un beso en la comisura de la boca, fue un beso rápido pero basto para dejar mi cuerpo temblando.

-tengo una mejor idea, llevémonos completo el kilo de helado al sofá, nos lo comemos completo viendo una película ¿te copa?

-por supuesto –ella toma un par de cucharas junto con el helado  y luego toma mi mano y nos dirige hasta el sofá. Yo me siento y ella comienza a buscar la película -¿segura que esta vez no te vas a dormir? –pregunto divertido.

-no, te lo prometo –me vuelve a sonreir y yo no puedo dejar de ver sus labios, ni siquiera tengo idea de cual fue la película que puso, ella se sienta junto a mi y abre el bote de helado y comienza a comer, mientras tanto ella nota que yo no le quito la mirada de encima.

-¿Qué pasa? –pregunta con la boca llena de helado.

-no aguanto más –le quito el bote de helado de las manos y lo pongo en la mesita que está en frente nuestro, la veo directo a los ojos y luego me dirijo hacia su boca y la beso, sus labios todavía tienen el sabor del helado que acaba de comer y yo no puedo estar más fascinado.

Poco a poco Emma se va recostando en el sofá y yo me posiciono encima de ella, volvemos a estar en la misma posición en la que hemos estado, en mi casa y en la casa de Diego, solo que esta vez no tengo intenciones de querer parar esto.

Me separo de sus labios y comienzo a besar el borde de su mandíbula inferior y luego bajo hasta su cuello, todo esto es como un flashback, ella toma mi cara entre sus manos, se muerde el labio y luego me pregunta.- ¿estas segura de este paso? -asiento –entonces vamos a mi habitación –dijo con la voz entre cortada por falta de aire, me levanté de encima de ella y ella hizo lo mismo, tomó mi mano y nos llevó a su habitación.

Cuando entramos ella cerró la puerta y luego me volvió a besar, la intensidad se podía palpar en la habitación, ella bajo sus manos hasta el borde de mi camisa, la detuve.

-para –digo, ella me mira extrañada, seguro es porque piensa que me voy a volver a echar para atrás así que digo: -todavía no me arrepiento, es solo que tengo algunos problemas con mi cuerpo y por eso es que me invade la inseguridad.

-no, ¿qué decís? Si sos hermosa –dice y pasa su pulgar por encima de mi labio inferior.

-¿confías en mí? –le pregunto

-obvio

-¿tenés a mano tu bandana roja? –ella sonríe.

-¿es posta que me vas a vendar los ojos?

-quiero que me dejes el control absoluto de esta noche –ella vuelve a sonreír y luego busca en uno de sus cajones la bandana, cuando la encuentra me la entrega –soy completamente tuya, esta noche y las que me restan de mi existencia –me dice suavemente, mi corazón estalla de alegría e incluso cuando me suelta esas palabras mi cuerpo se vuelve a estremecer completamente. No puedo creer que una sola persona me haga sentir tantas cosas juntas en un instante.

Le tapo los ojos con la bandana y le doy un beso suave, la guío hasta quedar de pie junto a la cama y le susurro al oído que ahora si puede desabotonarme la camisa, ella lo hace y mientras tanto la beso en la boca, cuando desabrocha el ultimo botón soy yo quien me quito la camisa, quedando solo con el fajón para los pechos que me regalo mi vieja.

Bajo mis manos a su cintura y lentamente le saco la blusa, Dios es tan hermosa que duele, le beso lentamente el cuello, acaricio su espalda hasta que mis manos llegan al broche de su sostén, se lo quito liberando sus pechos, cuando los veo me quedo sin aliento.

-sos tan hermosa mi amor –le digo al oído, ella sonríe.

-con cada caricia que te hago, cada vez me convenzo más que de nosotras la más hermosa sos vos –me dice esto con mi cara entre sus manos y a centímetros de la suya, me besa y me derrito de nuevo.

Me siento en la cama y con ella aun de pie, le bajo el pantalón de pijama, ella con sus pies termina de quitárselo, quedando solamente en bragas, la atraigo hacia mí y ella se sienta a horcajadas encima de mí, no puedo creer que estoy haciendo el amor, con el amor de mi vida.

La recuesto en la cama y me posiciono encima de ella, le beso lentamente la boca, y comienzo a dejar besos húmedos por todo su cuello, su clavícula, sus pechos, baje hasta su abdomen y cuando ella sintió que estaba por llegar al centro de su cuerpo soltó un gemido, me quedaría toda la vida escuchándola gemir, abrí los ojos y pude notar lo mojada que estaba y sinceramente no creía que yo también pudiera generar en ella toda esta excitación, regrese a su boca y la bese de nuevo, con mi mano derecha iba acariciando todo, cuando acaricie su abdomen pude notar como este se tensaba.

-te necesito dentro ya, no aguanto más –suplico Emma.

Haciendo caso a su orden le quite las bragas lo más rápido que pude y cuando estaba a punto de introducir mis dedos en ella, escuchamos algo que nos hizo detenernos al instante.

-mierda –maldijo Emma.