V. Mi nombre es Clarke.

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A través de la oscuridad podía verse el agua cristalina, estaba amaneciendo y apenas unos tímidos rayos de sol se posaban sobre el agua donde Lexa tomaba un baño. Estaba feliz y sentía que nada podía arruinarlo. Recogió su ropa y se vistió pasando por un campo de lavanda para perfumarse. Podía oírse su dulce voz paseando en una suave melodía mientras caminaba cubriendo su rostro hacia la celda donde estaba su amor. Una vez dentro frunció el ceño al verla nuevamente golpeada. Gruñe y se acerca a ella dejando su canasto en el suelo.

—¿Otra vez? ¿Qué les pasa?

Ya a su lado la abrazó recostandose con ella, sintiendo a la vampiresa removerse, empezó a tararear en su oído levemente. Acaricia sus cabellos rubios levemente sucios, le sonríe mientras sigue tarareando y observa su rostro, tenía algunos hematomas y cortes. Suspira y susurra muy suave a su oído.

—Despierta.

La vampiresa dejó escapar un leve gemido de sus labios, por un momento se había sentido reconfortada. Hasta que se dio cuenta del contexto real de la situación. Abrió los ojos de golpe al sentir el aroma de su acompañante, separándose instintivamente.

—¿Qué haces aquí?

La pequeña loba sonrió volviendola a abrazar, su voz era dulce y cariñosa.

—Estas sangrando- señalando las varias heridas de su cuerpo. -quédate quieta por fav...

Lexa tenía un paño en la mano, pero Clarke ya no estaba a su lado. Se había teletransportado al otro lado de la habitación y la miraba con enojo.

—Déjame. En. Paz. ¿¡Qué parte de no quiero salir de aquí- señaló con algo de brusquedad. -no ha quedado clara!?

Lexa hizo un mohín levemente imperceptible. La lastimaba que siempre la tratara mal. ¿Acaso no entendía que ella era su amor y que haría lo que fuese por ella?

—Tengo... Tengo que sacarte de aqui... debes seguirme, pero para eso, debes reponerte Amor

La rubia frunció el ceño molesta, ¿quién se creía esa niña para intervenir por ella de tal manera?

—Por lo que veo no dejarás de llamarme así.- murmuró más para si misma, aún enojada. -No pierdas tu tiempo. Si yo quisiera salir, ya lo habría hecho.

Se dio vuelta y caminó por la habitación cojeando un poco. Lexa por su parte se armó de valor y se acercó a ella sin miedo a que la golpeara

—¿Alguien te espera acaso? ¿Acaso tienes algo que perder a mi lado?- Baja la mirada jugando con sus dedos entre nerviosa y con un poco de temor. -Me he bañado y he perfumado mi ropa con lavanda para que no... me tengas tanto asco.- mirando hacia el suelo apreta los puños y la mira molesta. -¡Pero nada te basta!-

Clarke la miró y suspiró pasándose la mano por el rostro. ¿Por qué tenía que soportar que una niña le reclamara eso? La escucha en silencio y niega con una leve sonrisa.

—¿Hay alguna razón por la que deba bastarme? Mocosa insolente.- casi gruñó, quería que la niña se fuese. -Por más lavanda, o lo que sea que te pongas, el olor a lobo lo tienes impregnado en la piel.- negó ignorando sus preguntas, ella no era nadie para reclamarle nada.

La castaña acumuló unas cuantas lágrimas en los ojos empezando a tallar se las manos volviendo la mirada al piso. Será mejor que no regrese hasta dentro de dos días pensó. Quizá la vampiresa la querría si ella se viese como una mujer.

—Cuídate... Y...

Pasándose las manos por la nariz para evitar llorar, ella no sentía su olor.

Madre Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora