VII. Un Cumpleaños lleno de Emociones.

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Clarke apareció en el castillo de su familia, o en lo que quedaba de él a decir verdad, su cabeza no paraba de pensar mientras caminaba por los pasillos, varios cuerpos yacían en el piso de lo que alguna vez fue su casa. Una vez llegó a su habitación observó a la pequeña loba que aún dormía y se acercó a ella empezando a zarandearla un poco.

—Arriba tú, nos vamos.

Lexa despertó algo desconocertada, no reconocía el lugar, pero al menos veía a su amor. Sonrió ampliamente corriendo hasta ella abrazándola

—¿A dónde?

Preguntó la pequeña con un brillo especial en sus ojos, la rubia se separó de ella frunciendo el ceño. Fué a su guardarropa y sin contestarle sacó un vestido completamente largo hasta los pies, de color crema. Ropa interior, zapatos y una capa roja.

—Hmm.. Sal de esta habitación, tres más a la derecha, hay otra. Ahí encontrarás ropa que te quede.

Dijo ignorandola mientras buscaba más cosas y las tiraba sobre la cama. Tomó una pequeña mochila y miró a la ojiverde.

—Ve, y cámbiate. Ten, guarda lo que consideres necesario. Recuerda que tu la cargarás.

Dijo dándole la mochila para luego meterse en su baño y cerrar la puerta tras ella.

—Vale...

Lexa tomó la mochila algo confundida mirandola por todas partes, sintió la puerta azotarse y quedar entreabierta.

—Guardar lo necesario, yo la cargaré

Repitió en un susurro mientras se volteaba para caminar a la salida, pero se detuvo. El vapor de la ducha escapaba por la puerta, la curiosidad mató al lobo y sigilosamente caminó hacia la puerta para espiar el cuerpo de aquella. Abrió su boca elevando las cejas al verla, que belleza, ¿qué... qué edad tenía? Que bien estaba. Levantó una mano hasta su pequeño pecho mirándola. Los pechos de la mayor en cambio eran voluptuosos y se veían tan apetecibles, relamió sus labios paralizada sin moverse un ápice de su escondite.

Clarke sabía que la niña la estaba viendo, no era estúpida, podía sentir su presencia muy cerca, y hasta cierto punto la incomodaba un poco.

—{A este paso, terminará en mi cama cuando crezca...}

Gruñó algo enojada, y no porque no le agradara la idea. Si no porque no quería lastimarla, y sabía que a este paso, era lo único que lograría.

—Creí haberte dicho, que fueras a cambiarte.

Dijo lo suficientemente alto, como para que la chiquilla la oyera. Y claro que la oyó, asustada Lexa caminó hacia atrás cayendo al suelo de culo mientras reía. Se levantó y corrió hasta donde le habia indicado Clarke, esperando que la rubia no se enojase por haberla visto desnuda. Se duchó rápidamente, se vistió y se sentó en el marco de la ventana con los pies hacia afuera mirando el paisaje. Tenía hambre pero no sabía si podría cazar allá. Es hermosa... aunque gruñona.
Aún así, a Lexa no se le borró la sonrisa boba de su rostro. 

Luego de un rato Clarke salió de la ducha, no se demoró mucho en vestirse, dejó su cabello suelto y  húmedo mientras recogía un par de cosas en otra maleta.
Guardó algunas pertenencias antes de salir de allí y pasar por la habitación en la que se encontraba Lexa. La miró apenas unos segundos.

—Vamos, ¿tienes hambre?

Preguntó antes de seguir su camino por el pasillo, pronto escuchó los pasos suaves de la loba tras ella, a los pocos segundos ya la tenía a su lado, Lexa era unas dos cabezas más baja que Clarke, y su rostro era el de una pequeña niña. Parecía pensativa, y Clarke sabía que eso no era bueno, alguna pregunta le haría.

Madre Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora