Alma Roja

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Cuenta la leyenda, que el rey del inframundo, desterrado a los infiernos desde tiempos inmemorables, recluta para sus filas humanos devorados por el odio, la codicia, la sed de venganza, pero, sobre todo, a aquellos con deseos incontrolables de ver correr la sangre entre sus dedos. Los hace sus fieles servidores, condenados a vagar en el inframundo y servirle, llevando a cabo la rigurosa tarea de recolectar almas, porque las almas son lo único que lo mantiene con vida. Quieran o no.

La oscuridad del lugar apenas era cortada por un rayo de luz, proveniente de una de las esquinas de la cripta, una luz débil y tambaleante. El sonido de dos gotas, provenientes de las estalactitas en el techo, se escuchó seco, en un sonoro cloc, cloc que borro por completo el silencio del lugar, seguido de una voz grave y trémula.

—Lo que quieres hacer no es nada fácil.

Unos ojos brillantes y rojos se dejaron ver por debajo de una capa, cerca del fuego.

—Lo sé, pero que otra opción tengo.

—Resignarte es una opción, una vez que estas acá atrapado, no tienes más opción que cumplir con tu labor.

—¿Pero tengo razón? ¿Con cada alma que atrapo me vuelvo más fuerte?

—No tardaste mucho en notarlo. Algunos terminan su misión sin darse por enterados, pero debes haberte dado cuenta que no solo basta con atrapar algunas almas.

—Necesito una roja.

—Tus ojos son especiales también, las almas poseen un color diferente dependiendo del poder de sus espíritus, las rojas sin duda son las más poderosas. Pero seguro te has dado cuenta de que no hay muchas.

—¿Pero existen?

—Sasuke, lo mejor es que desistas.

En un chasquido expreso su desespero. Estaba seguro de que lo que necesitaba era un alma roja, las había visto de todos los colores, en un principio había sido una sorpresa, pero al darse cuenta que cada alma que atrapaba tenía un color diferente y ocupaba un lugar distinto en su espejo, pudo deducir que la que necesitaba era el único color que no había visto, el rojo. Como todos los recolectores no estaba ahí porque así lo hubiera decidido. Un día, un hombre apareció frente a él prometiéndole que le ayudaría a llevar a cabo su venganza, fue engañado de la peor manera, y el hombre contra el que había querido cobrar venganza había dejado de existir hace mucho tiempo, si se detenía a pensarlo no tenía mucho sentido querer recuperar su libertad, no cuando del otro lado no había nadie esperándolo, sin embargo, estaba ahí, buscando la forma de hacerlo.

—Hace poco se supo de la existencia de una, padre ha mandado recolectores a buscarla.

—¿Donde esta?

—No seas impaciente, es un alma roja, no será fácil de atrapar.

—¡Dime donde esta!

Se levantó de golpe apagando la luz de la vela, más sus ojos seguían siendo visibles en la trémula oscuridad, busco con la mirada la de su acompañante, que se recogió sobre si ante la fuerza de su espíritu.

—Hermano, tranquilízate, te diré donde esta...

Naruto salió de la oficina, cerró la puerta tras de sí y respiró hondo. Odiaba esas misiones, odiaba no poder rechazarlas, recién había ingresado a la fuerza especial y no podía darse el lujo de decir que no a una misión, pero sentía su cuerpo temblar. Un castillo abandonado, ¿a quién se le ocurría dejar una importante pieza de colección en un maldito castillo abandonado?, eso era, solo tenía que ir, encontrarla, y llevarla a su destino, nada malo tenía que pasar en el transcurso de su misión.

Soul CollectorWhere stories live. Discover now