Tomo un gran sorbo del café y lo observo dormir. Se ve tan pacífico y los años no han cambiado tan drásticamente su rostro como imaginé que podía haberlo hecho. Su cabello mitad rubio, mitad castaño debido a sus raíces naturales, es un poco más largo y está peinado de distinta manera, sus labios del mismo tono rosado y los lunares cubriendo el mismo sitio desde la última vez que lo vi.
"Los lunares no cambian de lugar, tonta." Pienso y bebo nuevamente mientras observo cada detalle en su rostro. Sigue igual de guapo y me siento nerviosa y emocionada por tenerlo tan cerca.
La noche anterior, después de una charla con Jake y mandarlo a la cama de una vez por todas, pedí a Ethan que me ayudara a colocar a Niall sobre la cama donde había estado durmiendo yo los últimos días.
Inhalo una gran cantidad de aire y el perfume de Niall y un poco de alcohol llegan a mis fosas nasales. Se me revuelve el estómago y me levanto del suelo. Estoy siendo una sicópata que mira a su ex mientras duerme.
Salgo de la habitación no sin antes dar una segunda mirada hacia el rubio tendido en la cama. Suelto un suspiro y me sorprendo bastante cuando la sensación de regocijo llena mi ser. Me sorprendo mucho al igual que lo hice anoche, cuando lo vi por primera vez en cinco años y creí que todo formaba parte de un extraño sueño.
Escucho algo de ruido en el exterior del departamento; en el pasillo, para ser exactos. Dejo de prestarle atención y me dispongo a dormir pero me es imposible cuando el canto de alguien del otro lado de mi puerta y murmullos en el pasillo llega a mis oídos.
¿Qué es lo que exactamente sucede afuera?
Permanezco en silencio unos minutos, con la mínima esperanza de que todo el barullo termine de una vez por todas, pero no lo hace. La voz de la persona que canta –concretamente un chico– acaba con mi paciencia y me levanto enfurruñada a descubrir lo que sucede.
Mi sorpresa es enorme cuando averiguo que es Jacob ebrio.
Esperen, ¿ebrio?
Lo observo y sí, lo está y mucho. Tanto que no se si reírme o apiadarme de él por la enorme resaca que cargará el día de mañana. Hago unas preguntas obvias pero me olvido de ellas cuando escucho el susurro de mi nombre y a otro chico igual o más ebrio que mi amigo. Fijo mi vista en la poca iluminación que brinda la puerta de mi habitación abierta y descubro quien es.
Niall.
Mi mundo se detiene y las miles de formas geniales y románticas de un encuentro se hacen pedazos en mi rostro.
Nada de encontrarnos por accidente en la calle, un centro comercial, un café o un restaurante. Nada de correr al sitio donde se encuentra el otro para culminar con un gran abrazo. Nada de un encuentro hecho a propósito por Harry o alguno de los chicos.
Olvido los balbuceos de Jake y me pongo en cuclillas cerca del rubio. Huele a alcohol y muy ligeramente puedo percibir su varonil perfume. Está inconciente pero luego me doy cuenta de que en realidad está dormido.
¿Qué hace él aquí?, ¿Cómo es que Jake y él se conocen?, ¿Por qué ambos están ebrios?
Suspiro y dejo de atormentarme con tantas preguntas. Me dirijo a mi amigo quien está siendo amonestado por Ethan.
Me permito un momento de privacidad con Niall y acaricio con suavidad su mejilla mientras cierro los ojos. El vello facial está ahí y deduzco que hace dos días que se ha rasurado por última vez.