Se sueña con un mundo de fantasía y felicidad, sin embargo; la vida tiene distintas facetas donde uno nunca consigue lo que quiere pero si obtiene a lo que teme.
Los personajes que suelen exhibirse muestran lastima ante las tragedias que se les suscitan, ni eso pudo conseguir Habondia, con una madre que la abandonó y un padre que la maltrato; su niñez la vivió entre pena y desdicha, quien comió bazofia su mayor regalo y bebió agua de drenaje su mayor obsequio.
La vida de Habondia solo pretende hacer apología y retratar la cara más dura, amarga, mísera, caótica, cruda, destructiva, enferma, delirante y oscura de su pequeña humanidad.
El fruto de una mujer catatónica y un hombre esquizofrénico dieron un claro ejemplo de supervivencia de una criatura noble y sublime que ni siquiera su belleza pudo exentarla de su decadente existencia, quien entre lágrimas y sollozos pudo despedirse de su misma agonía. Creció y se desarrolló entre la muchedumbre más baja que mora en Sierra Leona, tuvo sueños y pasiones que fueron arrebatados ante el temor de no lograrlos y frustraciones que encarnaron enfrente de un mundo arraigado de mal vivencias y tendencias suicidas donde el hambre hace al hombre pero en su urbe el hombre hizo el hambre.
Todo se remonta a la fecha que ella no recuerda, o mejor dicho; no toma en cuenta pero si queda grabada en la memoria de los demás: 1 de Noviembre del año 1990, aquella tarde pretendía dar un giro de 360 grados a su vida, al no contar con el ser abstracto a quien todos llaman Dios, decidió huir de su cuna para encontrar mejores oportunidades, al reunir las pocas prendas decidió alejarse de su pueblo para emprender su objetivo, o posteriormente relatado: Su final.
Al ser secuestrada por un par de traficantes de niños no hubo manera de escapar, tras ser torturada con gran cantidad de objetos para afinar la mercancía de aspecto estrafalario, extirparon sus dientes para no poder morder, sus cuerdas vocales y garganta las deshicieron con ácido sulfúrico para no poder gemir y gritar, asimismo arrancaron brazos y piernas para que no pudiera escapar y para culminar el cruel acto, clavaron ganchos en su espalda para poder transportar con mayor facilidad la mercancía, porque era eso. ¡Un maldito objeto!
A su vez vendieron aquel indeseado cuerpo a una secta satánica con el fin de dar sacrificio a una bastarda y poder encomendarla a Samael, quien es Jefe de todos los Satanes y a su vez a Flauros con el propósito de alejar y ejecutar a los exorcistas de su territorio, ofreciendo aquel indeseable experimento en honor a sus nombres.
Plantada en medio de un pentagrama rodeado de cirios rojos en cada una de sus puntas los cuales fueron solidificados a base de sangre y en cada una de los lados de la habitación se encontraba retratado el Bafomet, principal deidad demoniaca; dio paso a su tan especulado ritual, el cual fue llevado a cabo en nombre y en representación de sus herejías y sacrificando a la única alma viviente dentro de aquella tierra desolada quien a su vez se despidió de su fútil vida. No tardo en percibirse el furor de una furia arremetida de blasfemias y poseída de un ente inherente a su alma interior, deseando poder vivir otra vida y a su vez aumentando su necesidad de dejarla, el ultimo recuerdo vago que tiene de aquella penosa escena fue aquel momento donde le clavaron una enorme daga en medio de su estómago entre carcajadas y una gran bulla de aquellos rostros irreconocibles tras perder el conocimiento.
Al despertar se encontraba mirando de frente aquella luz incandescente encontrándose una gran figura humana fue ahí donde exclamo:
—¡Dios no existes en esta tierra!, mis padres enfermos de la mente, mi vida llena de tragedias y pasando hambre decadente, que pena que te postres enfrente ya que tenemos más de una cuenta pendiente.
Y renació el mayor demonio femenino jamás imaginado: Habondia.