Blake

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  Cerveza, camarada y compañera de los hombres durante miles de años, en sus horas de ocio en el bar. Hoy disfruto de una buena cerveza. ¿Quién soy? No importa mucho, ¿mi nombre? La gente me llama Blake, ¿edad? Más de 40 inviernos en este oscuro mundo.

  He visto entrar y salir a muchos de este oscuro lugar. He visto Raptores, de lejos y de cerca. Y hasta fui Presa de uno, lástima que para él las cosas no terminaron bien.

  -Eh, Blake, ¿por qué tan callado camarada?, ¿acaso no te gusta la mejor cerveza de la casa? – Preguntó el dueño de la taberna.

  -Solo pensaba Jack. Eso es todo – Contestó Blake, seguido de un trago de cerveza.

  - ¿Conciencia manchada? – Continuó Jack.

  -No es eso, y lo sabes, sabes lo que me hicieron, sabes lo que hice, sabes lo poco que me importan muchas cosas. Respondió Blake, algo molesto, una mezcla de su desprecio a la miserable vida que llevaba, y los varios vasos de cerveza que había tomado.

  -Gracias por la bebida Jack. Pero hoy no tengo ganas de estar aquí- Dijo, bebiendo lo último de cerveza que quedaba en el vaso y dejando el dinero en la mesa.

  -Te dejo un extra Jack, hacía tiempo ya que alguien no se preocupaba por mí. – Agregó Blake, dejando algo más de dinero mientras se levantaba.

  -Adiós, y suerte Blake. – Respondió el tabernero.

  Blake solo levantó su brazo y lo agitó en forma de saludo, mientras retornaba a su choza. Mientras caminaba por las calles, Blake sacó su revolver.

  - ¿Debería jalar el gatillo? – Meditaba sobre la situación mientras pasaba por frente a una antiguo bar, al más puro estilo del Viejo Oeste, con todas sus mesas aún fuera del lugar.

 De repente un hombre salió por la puerta, con un pañuelo que le cubría la boca, desenfundando su arma al son de un grito.

  -Dame el dinero o... – De repente una mortal bala lo calló por el resto de las eternidades.

 Blake, sin siquiera pensar, apunto raudamente y colocó una bala entre ceja y ceja de lo que a priori era un bandido.

  -Creo que no.- Pensó Blake, prosiguiendo con sus pensamientos.

  -Mis sesos quedarán en su lugar. Por ahora. – Añadió.

  Enfundo su preciado revolver, que de tanto lo había salvado. Su mejor amiga en un mundo que se caracteriza por su semejanza al infierno, y siguió caminando. Una vez dentro del a casa, trabó la puerta con una silla, se sacó su chaqueta de cuero, sus zapatos, y su cinturón en el que se encontraba su revólver, y echo a dormir.

  No fue una noche fácil, como siempre, otra vez tuvo que soportar aquella pesadilla. Ya hace años que la sufre, aquel mundo de rojos cielos, y negra tierra no hace más que llevar el infierno terrenal al mundo de los sueños. Blake se despertó, bañado en sudor, con la respiración agitada. Mientras trataba de relajarse, cogió ropa limpia, y se cambió. Cuando fue a colocarse el cinturón, vio su revólver, y otra vez le invadió el pensamiento.

  - ¿Debería hacerlo? – El recuerdo de la anterior noche todavía estaba vigente en su mente.

  -No, creo que los mantendré en su lugar, por ahora. – Esa velocidad ante un peligro no es pertenencia de una persona que no aprecie lo suficiente su vida como para matarse.

 -Todavía no he llegado tan bajo. – Agregó, mientras se colocaba el cinto.

 - ¿De qué trabajaré hoy? – Se preguntó mientras destrababa la puerta.

 - Dinero no necesito, así que no tengo razones para escoltar a alguien. Además, no tengo ganas de soportar gente idiota. Creo que haré algún envío. – Continuaba mientras caminaba a la oficina de correos.

 Cuando entró al lugar, la tensión del ambiente aumentó drásticamente.

 -Joder, es Blake. – Se murmuró.

 -Es la primera vez que lo veo. –

 - ¿No es él el que asesino a sangre fría a aquel sujeto? –

 - No puedo creer que lo matará. Era el líder de la mafia local. –

 -Pero... No es él el que perdió a su muj... -

  Blake desenfundo su arma y apuntó a la cabeza del joven que murmuraba.

  -Si terminas esa frase te vuelo los sesos. – Dijo Blake, claramente molesto.

  El chico hizo una leve reverencia y corrió a la parte de atrás del establecimiento. Blake guardó su arma y caminó al mostrador. Estaba vacío, si bien hacía segundos una persona estaba del otro lado. Blake no terminó de apoyarse sobre el mostrador cuando un hombre con canas apareció con dos bolsas, una más grande que la otra.

  -20km al norte, en el pueblo de Safe Bay. Un hombre llamado Jonh, dueño de una mafia. Debes entregarle esta bolsa. – Lo que parecía ser el gerente del lugar le entregó a Blake la bolsa pequeña.

  -Esta es tu paga. – Agregó mientras le entregaba la bolsa grande.

  Blake asintió con la cabeza y guardo las bolsas. Era conocido, por entre tantas cosas, ser un mensajero de renombre. Solo le interesa la paga, transporta lo que sea, a quien sea, siempre y cuando se le page bien.

  Dio media vuelta y se marchó por donde había llegado. Camino al pueblo más alejado de todos, el más seguro. Por algo lo llaman Safe Bay, no existe lugar más alejado de la ciudad, lugar más seguro.

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