El chico de gafas.

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Junto al profesor, estaba él de pié. El chico de cabello color marrón, de ojos chocolate que observaban tras los cristales de sus gafas. Oikawa Tooru era su nombre.
Él se presentó cordialmente frente a nuestra clase y el profesor intentó indagar un poco en su vida para que los demás lo conocieramos. De padre Ingles y madre Japonesa, aun que vivió parte de su vida en Europa nació en Japón, y por razones que no quizo mencionar, fué transferido de multiples escuelas en diversos paises del continente antes mencionado; hasta que finalmente volvió a su pais de origen, Japón.

Las chicas murmuraban ansiosas sobre entablar una conversación con el recién llegado, los chicos parecían hervir de envidia por la atención que recibía y yo...

Yo creía que tras aquellos cristales existia un enigma que merecía ser investigado, averiguado...

Oikawa acabó sentandose dos pupitres más adelante de mi, junto a una chica que no podía con su emoción al tener la suerte de ser su posible primer contacto con las personas de la clase. Desde mi asiento pude ver como sonreía levemente, asintiendo a lo que nuestra compañera le comentaba y respondiendo lo justo y necesario. No era grosero pero se veía que era alguien que prefería mantener distancia de las personas, o eso fué lo que logré percibir...

La campana del descanso se hizo presente y todos comenzaron a guardar sus cosas, sacar dinero o salir rapidamente del salón para tomar un respiro, la clase de quimica es muy densa por lo que yo tambien quería escapar lo más rápido posible de allí.
Hanamaki, uno de mis amigos de otra clase se azomó por la puerta y agitó su mano ansioso de que saliera pronto, posiblemente para que le acompañara a la cafetería por un refrigerio.

Al pasar junto a mi nuevo compañero de clases pude ver mejor sus apuntes, eran extremadamente ordenados, como si se hubiera preocupado de cada detalle al escribirlos, el aun buscaba algo en su bolso y no pude resistirme a dirigirle la palabra.

-¿Necesitas ayuda? -Ni siquiera pensé las palabras que le diría, solo las expulsé de mi boca, ganandome por su parte, una mirada curiosa.

-¿Disculpa?

-¿Haz perdido algo? Pareces algo complicado buscando en tu bolso... -Su mirada se ablandó un poco al oirme, mi corazón latía nervioso al pensar que tal vez podría acercarme más.

-No encuentro mi refrigerio, creo que lo olvidé en casa... -Un rubor avergonzado y tenue adornó su piel porcelana, se veía casi perfecto. -Pero no te preocupes, tampoco es que haya tenido hambre, solo ansiedad...

Sin pensarlo mucho, volví sobre mis pasos y busqué en mi bolso un pan de leche que había comprado camino a la escuela, regresé a él y lo dejé sobre la mesa. Sus ojos brillaron y creí que su sonrisa me habia cegado por unos segundos. Nunca había visto una sonrisa tan radiante, tan sincera... ni siquiera preste atención a lo que me dijo después de eso, simplemente seguí mi camino hasta mi amigo y caminamos hasta la cafetería, en ese momento ni siquiera pude oir lo que este me decía, me sentía perdido y a la vez, curioso de ver más ese tipo de gestos en el nuevo chico.

Necesitaba hablarle más, mirarle más.

Tras despejar mi mente y hablar con Hanamaki sobre los próximos examenes, la campana volvió a sonar anunciando la continuación de las clases. Nos despedimos con un choque de puños y caminé tranquilo al salón hasta entrar y cruzar miradas fugaces con el de cabellos chocolates, me sonrió y no pude evitar un sonrojo por mi parte, dandole un sutil movimiento de cabeza y caminando a mi puesto.

Cuando pasaba justo por su lado, sentí un leve tirón de mi camisa, volviendo la mirada al causante de esto.

-Ah... solo quería agradecerte por el pan de leche, estaba muy rico la verdad. -Dijo sin desviar su mirada de mi, yo balbucee un poco sin saber de verdad que responder, él al parecer no notó esto. -Creo que fué una linda coincidencia que fuera mi comida favorita.

El chico de gafasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora