Capitulo 4

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Pov Rei

"Recuerda, Rei: lo único que tienes que hacer es hablar poco, sonreír mucho y agradar a tu futuro esposo."

Esas fueron las últimas palabras de mi madre antes de marcharnos de Veridian. Ni un "te echaremos de menos" ni ningún deseo de que me cuidara. Solo la repetición de esas instrucciones que me han dado a lo largo de toda mi vida. Jedaite me miró con lástima y me abrazó; mi padre sencillamente sonrió. Serena fue la única que me agarró la mano y la apretó, dándome valor para enfrentar lo que se viene. Solo ella, de toda mi familia, va a asistir a la boda.

Únicamente Serena estará en mi funeral en el palacio de Lothaire, en el que me enterrarán viva para siempre al lado de un hombre al que yo no he elegido. Y juraría que solo ella le importo de verdad si no la viera ahora mismo por delante de mí como si ni siquiera me viera. Como sí no nos viera. A mí y a "mi prometido". Aunque desearía llamarla, sé que no puedo gritar enfrente de él. Lo miro de reojo, Lord Darien sigue con la vista, con la ceja alzada, el caminar distraído de mi prima. Ella entra en el palacio como si fuera en una nube, centrada solo en asuntos que ocupan su siempre aturullada cabeza; a veces es como si no viviera en esta realidad, sino muy lejos de aquí, y esta es una de esas ocasiones. Mi esperanza es que me vea y me salve de las garras de mi futuro esposo, pero esa esperanza desaparece tan pronto como su figura vestida de hombre se pierde tras las grandes puertas del castillo.

"Maldita seas, Sere."

--¿Lady Rei?—

Me sobresalto y me giro hacia mi prometido. La sonrisa ya ha aprendido a instalarse inmediatamente en mi rostro cuando él habla, pero no es algo que quiera hacer. Solo es un movimiento fingido, propio de la marioneta que soy. Hablar poco, sonreír mucho. Eso es todo lo que una buena princesa debería hacer.

--¿Se encuentra bien?—

Carraspeo, volviendo la vista de reojo a las puertas por las que ha desaparecido mi prima. Cómo me gustaría seguirla corriendo, como cuándo éramos pequeñas.

--Por supuesto, mi señor.—Respondo sencillamente.

--No puedo evitar pensar que su mente está en otro lugar...--

¿Siempre va a ser tan perspicaz? No quiero que sepa analizarme con tanta ligereza, pero parece que una mirada suya es suficiente para saber cada uno de mis pensamientos, no me agrada. Aun así, sé que no puedo sencillamente evadir su comentario. Me concentro en alisar mi falda , siempre huyendo de sus ojos. No me gustan: tienen un color azul zafiro profundo y frío a la vez, más frío que la guerra. La misma guerra que me ha puesto en esta situación, como una mercancía de intercambio.

--Solo me preguntaba de dónde vendría mi prima. Tiene la costumbre de hacer todo cuanto se le antoja. Su actitud sin duda es bastante incorrecta.—

Lord Darien esboza una sonrisa burlona. Si vista también se alza a las puertas del palacio, como si aún pudiera verla allí. Yo miro de reojo. ¿De verdad no va a venir a buscarme? No puede sencillamente dejarme sola. Se dará cuenta de que no estoy en mi cuarto y vendrá por mí, estoy segura. Sabe que esto no es fácil para mí; Sere siempre me cuida cuando estoy en apuros.

--Sin duda parece una muchacha... interesante.—

--Incorregible es la palabra, mi señor.—Murmuro en respuesta.—Es una desvergonzada, en todos los sentidos de palabra. A veces se comporta más como un hombre que como una mujer de la posición que se le ha otorgado.—

--Será duro para usted ¿verdad? Sentirse avergonzada por alguien así..—

Yo me ruborizo. ¿Se está burlando de mí? ¿Se está burlando de mi prima? Me confunde. Sus palabras nunca tienen un tono definido; sencillamente habla de esa manera neutra e indiferente que me enferma por dentro, aunque por fuera me esfuerce por ser la elegante dama que se supone que soy.

Secretos de luna llena: AlianzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora